Lírica contante y sonante

Alberto Dallal*
dallal@unam.mx

 

MARÍA TERESA MIAJA de la Peña: Si quieres que te lo diga, ábreme tu corazón: 1001 adivinanzas y 51 acertijos de pilón, ilustraciones de Elvira Gascón, México, El Colegio de México/Fondo de Cultura Económica, 2014.
 


 

En 1980 aparecieron publicados los cinco tomos del Cancionero folklórico de México. El editor fue El Colegio de México, institución en donde trabajó, hasta completar la magna obra, el equipo de investigadores y recopiladores de su Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios, bajo la dirección de Margit Frenk. En una meticulosa edición, diseñada para la Imprenta Madero por Vicente Rojo, los tomos se ocupaban cada uno de las Coplas del amor feliz (tomo 1), Coplas del amor desdichado y otras coplas de amor (tomo 2), Coplas que no son de amor (tomo 3), Coplas varias y varias canciones (tomo 4) y Antología, glosario, índices (tomo 5). La edición fue cuidada por el Departamento de Publicaciones, entonces a mi cargo, de la institución, y, al recibir la primera muestra de los ejemplares del tomo I, me apresuré a enviársela a Margit a su cubículo, agregando el ejemplar de este primer tomo que a mí me correspondía de la muestra, con la súplica de que, si fuera el trabajo editorial de su agrado, tuviera a bien escribir una dedicatoria alusiva. Margit no sólo registró la idea de mi petición sino que escribió en la página introductoria del libro:
 

   ¿Pídesme que te dedique,
   querido Alberto, este libro?
   ¡Dedícamelo tú a mí,
   pues soy la que a ti te admiro!

   Juntar coplas, ordenarlas,
   sacar variantes en limpio
   –trabajo de relojeros–
   eso nosotros lo hicimos.
   Mas hacer un libro bello,

   con tu sutil artificio
   –que decían los antiguos–

   ¿quién sino tú lo ha podido?

Margit (4-II-80)  
 

 


 

Al transcurrir los años siempre recuerdo con orgullo y cariño esa primera edición del Cancionero… y aún con nostalgia “de la buena” releo la dedicatoria de Margit. En la época actual, al darle paso a la enorme cantidad de ediciones “en línea” se transporta al pasado ese arte singular, preciso y especializado, que corresponde, todavía ahora, con materiales en papel y tinta, a las ediciones “contantes y sonantes”, a los libros impresos. Ante la invasión de “ediciones en línea” cada “objeto-libro” adquiere un valor económico y comercial en el “mercado de la historia” o, mejor, en “la historia de los mercados” del arte.

Desde la antigüedad, las prensas –estos artefactos–, los libros, las obras que se leen sosteniendo el objeto en las manos (o instalándolo sobre la superficie de la mesa con las hojas abiertas), se han multiplicado en el mundo como los panes y los peces de la Biblia. Constituyen un arte en sí mismos. La importancia de aquel Cancionero impreso, de Margit y su grupo de indagadores y compiladores, se manifiesta aún ahora en el lugar primordial que las mejores bibliotecas, especializadas o no, otorguen y otorgan a esta primera edición de una compilación de la inventiva y la creatividad lírica popular mexicana, acompañada de sus bifurcaciones, ascendientes y descendientes lingüísticos, literarios y sociales y de otros muchos comentarios pertinentes y eruditos.

Una vez lograda la edición de los primeros tomos del Cancionero, una de las compiladoras de la obra, María Teresa Miaja, de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, seleccionó y propuso a El Colegio la edición de algunas de las “canciones infantiles” del conjunto; realizó María Teresa una selección atractiva, juguetona, ligera, que extendiese los afanes didácticos y de plena diversión de las canciones y los juegos (de palabras y de tonos), de esas canciones. Apoyándonos en los dibujos que para el efecto creó, tras mi solicitud, la artista Iliana Fuentes, entonces El Colegio editó asimismo un libro alusivo a la literatura infantil “cantada” que llevó por título Naranja dulce, limón partido, obra que se distribuyó ampliamente hasta agotarse.
 

 

Páginas 103 y 307 de Si quieres que te lo diga, ábreme tu corazón. Ilustraciones de Elvira Gascón.
 

Recientemente, María Teresa Miaja me ha hecho llegar un ejemplar de otra atractivísima y fundamental selección del Cancionero: Si quieres que te lo diga, ábreme tu corazón (aparecida en 2014), un conjunto compilado de 1001 adivinanzas y 51 acertijos de pilón (así reza el subtítulo) profusamente ilustrado con dibujos y variaciones pictóricas de Elvira Gascón, la gran ilustradora de revistas y suplementos culturales de toda una época de la cultura mexicana. La presentación y edición de este libro hacen gala, asimismo, de un destacadísimo diseño de León Muñoz Santini, 341 páginas que contienen, además de las adivinanzas y acertijos (reunidos por temas: Las personas, Las faunas, La flora, La naturaleza, La tradición, La comida y la bebida, Los objetos, La recreación, Los lugares), estudios en torno a La adivinanza como género lírico tradicional, su Aspecto poético, Los recursos estilísticos y retórico, sus Funciones y su Clasificación. No hay resquicio por el cual surjan o se pierdan dudas sobre este verdadero arte de las adivinanzas, y cualquier lector, aun en pleno desconocimiento del juego e interpretación de ellas (nadie está exento de haber sido enseñado a hablar sin el acceso a los creativos juegos de las palabras), puede entrar de lleno a este arte no sólo didáctico y educativo, sino también de índole poética y lúdica. Como el arte de los albures (que asumimos, practicamos y olvidamos –o intentamos superar– muchos mexicanos de extracción popular), el de los juegos de las adivinanzas y de los acertijos, de española y castiza antecedencia, se instala en la mejor literatura moderna y contemporánea en nuestro idioma. Las adivinanzas son fructíferos y atractivos juegos de palabras y de ejercicios mentales que nos van cubriendo y descubriendo las vetas creativas del lenguaje, del idioma personal de manera sabia porque su misión es “hacer pensar”, discernir, hallar claves conceptuales en un todo producto lingüístico. Ojalá que en las escuelas de preprimaria y primaria del México actual hayan sobrevivido estos juguetones avatares del lenguaje llano, popular y a la vez lleno de sutil sabiduría.

María Teresa Miaja (ahora con el agregado de De la Peña) ha disparado hacia el universo del entorno didáctico un legado para chicos y grandes que deberíamos recrear y reproducir los lectores y practicantes de los juegos lingüísticos, ya sea para que sobrevivan los mejores giros e imágenes, ya sea para multiplicar los múltiples disparadores del conocimiento. Releer las adivinanzas y los acertijos, hacerse la prueba del ingenio mental que contienen, resulta una extraordinaria diversión para niños, jóvenes y adultos, y una probable o, más bien, segura diversificación, evidente azuzamiento, de la creatividad lingüística.

La enorme carga lírica de esta copla, incluida en el primer tomo de la obra magna, Coplas del amor feliz, contiene, en síntesis, el amor que procesan todos los compiladores de la lírica popular:
 

           Tu amor todo se merece
           siempre te vives gozando
           quisiera que imagen fueses,
           para estarte contemplando
           a donde el aire se mece […
].
 

Cuarta de forros de Si quieres que te lo diga, ábreme tu corazón.
 

La estrofa parece haberse construido y cantado, repetido y exaltado para alabar el sugerente arte de las adivinanzas y de los acertijos, pero también el gran arte de las ediciones funcionales y perfectas, contantes y sonantes.

Para entender la importancia de estos libros conminé a María Teresa Miaja a que nos ilustrara en torno a estas faenas de especialistas. Me describió lo siguiente:
 

Querido Alberto:

Me encantó saber que te ha gustado mi libro y que lo estás disfrutando. Tu opinión es muy importante para mí y la valoro muchísimo. Así ocurrieron las cosas: trabajé en el Seminario de Lírica Tradicional que dirigía Margit Frenk donde colaboré en la elaboración de los tomos II al V. Cuando ella se jubiló de El Colegio de México y viajó a La Joya, California, me hice enteramente cargo de los tomos IV al V. En esa etapa trabajé con Mercedes Díaz Roig y con Jas Reuter, ambos entrañables y sabios conocedores de la lírica tradicional. Tanto el Naranja dulce… como las adivinanzas fueron ideas mías y le pedí permiso a Margit de trabajarlas en mis “ratos libres”. Mercedes se sumó a la primera, encantada. La segunda la realicé yo sola, tal como lo explico en el libro. El propósito del Cancionero folklórico era distinto, pues, como bien sabes, se centra en las coplas de tradición popular. La semblanza de Elvira Gascón se halla en la solapa del Adivinancero… Su trabajo (compilación de sus dibujos) es maravilloso. Además, el talentoso joven que diseñó el libro, León Muñiz Santini, supo armonizar magníficamente los textos con las imágenes de la edición del libro.
 

María Teresa Miaja de la Peña dedica esta publicación de su autoría de la siguiente manera: Para Jimena Teresa, regalo de vida.

Como se ocupa de menesteres tan sabios, a María Teresa le viene bien esta adivinanza:
 

          Mi tienda es alegre,
          y envuelta en flores
          vendo a mis clientes
          plantas y flores.

                                  (La florista)
 

Yo, debo confesarlo, me contento con esta otra, muy elocuente:
 

         Señor que grita y que vende
         chácharas de toda talla
         y que a su público dice:
         “atrasito de la raya”.

                                  (El merolico) I
 

Elvira Gascón, ilustración de Si quieres que te lo diga, ábreme tu corazón.

 

*Investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM.

 

Inserción en Imágenes: 15.05.17.

Imagen de portal: Página 239 de Si quieres que te lo diga, ábreme tu corazón: 1001 adivinanzas y 51 acertijos de pilón, de María Teresa Miaja de la Peña, ilustraciones de Elvira Gascón. Detalle.

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