La Capilla del Pocito

Martha Fernández*
marafermx@yahoo.com

 

Capilla del Pocito. Vista general. Foto: Martha Fernández, 10 de abril de 2010.
 

LA CAPILLA DEL POCITO ES una joya de la arquitectura virreinal; independientemente de su significado para el cristianismo mexicano e hispanoamericano, tiene altísimos valores artísticos. Fue construida de 1777 a 1791 por el arquitecto Francisco Antonio Guerrero y Torres –uno de los artistas más importantes e influyentes del periodo virreinal– en los terrenos del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, “extramuros” de la Ciudad de México, debido a que, según la tradición, durante la cuarta aparición de la Virgen, en ese sitio brotó un manantial, cuyas aguas, por esa razón, fueron consideradas milagrosas.

De acuerdo con Ignacio González-Polo, para su construcción se contó con innumerables donaciones en dinero, materiales y trabajo, tanto de las autoridades como de los fieles. Según este autor, el propio virrey Bucareli aportó 150 pesos mensuales, y lo mismo hicieron autoridades de la ciudad y otras instituciones oficiales, el arzobispo de México y el obispo Linares; estos últimos “concedieron indulgencias a todos aquellos que trabajaran o contribuyeran con limosnas en la obra”,[1] aspecto que, sin duda, impulsó la colaboración de personas de todas las clases sociales que salían “con música desde la ciudad en forma de procesión cantando el Rosario y Letanía de la Santísima Virgen”,[2] como se consigna en un informe elaborado por la propia Colegiata de Guadalupe en el año de 1780. González-Polo afirma que fue tanto el fervor que Guerrero y Torres no pudo asignarles trabajo a todos, de manera que los fieles emprendieron por su cuenta la construcción del camino que comunica la Capilla del Pocito con el cerro del Tepeyac, donde se encuentra la llamada Capilla del Cerrito.[3]

Su planta mixtilínea está inspirada en la de un templo romano dedicado al dios Baco que aparece en el tercero de los Siete libros de arquitectura del arquitecto italiano Sebastián Serlio, pero Guerrero y Torres le hizo algunas modificaciones. El templo tiene solamente tres salas: en la primera, de planta circular, se localiza el pozo; la cubre una cúpula de la que emanan rayos de luz. En el arco que comunica con la sala de oración se encuentra un relieve policromado que representa a Cristo con San Juan, un conjunto de ángeles y un río. La sala de oración también es circular y está cubierta por una cúpula decorada con bandas ondulantes y una pintura, más reciente, que constituye la representación del cielo con presencia abundante de ángeles. El arranque de la linternilla que se abre al centro es igualmente ondeante. El último espacio de la Capilla es la sacristía, a la que Guerrero y Torres le dio forma octagonal, aunque curvilínea; la completa también una cúpula. En el exterior, las tres cúpulas están recubiertas de mosaicos azules y blancos, y sus respectivas linternillas se encuentran rematadas por cruces apoyadas sobre esferas. Todos los muros presentan sillares de tezontle y, en estas superficies, de tramo en tramo se abren ventanas de cantería en forma de estrella, como las que se observan en el falso tambor de las cúpulas.
 

Capilla del Pocito. Portada poniente. Foto: Martha Fernández, 10 de abril de 2010.
 

La Capilla está orientada de sur a norte y tiene tres portadas: la principal mira al norte; en el primer cuerpo se abre el ingreso constituido por un hermoso arco polilobulado con pinjantes. Este vano está flanqueado por dos pares de columnas rectas con estrías entre las cuales se encuentran nichos que albergan esculturas. El segundo cuerpo presenta al centro una ventana en forma de estrella rodeada por roleos y follaje, frente a la cual se erige una imagen de la Virgen de Guadalupe. Este conjunto está flanqueado también por columnas estriadas y nichos que resguardan esculturas.

La portada del acceso oriente tiene un arco, también lobulado; en este caso, está limitado por pilastras ondeantes cuyas estrías acentúan su ondulación. En el segundo cuerpo se abre un frontón rematado con roleos, en cuyo tímpano se localiza un nicho con una escultura. Este frontón se rompe para dar paso a una cruz de tronco y brazos helicoidales que se alza frente a una ventana en forma de estrella. La portada poniente es muy similar, sólo que su arco mixtilíneo es ascendente y las pilastras ondulantes que lo flanquean incluyen trofeos que ornamentan el fuste. Su frontón era como el de la portada oriente, o sea que también resguardaba una escultura en un nicho y remataba en roleos que se abrían a una cruz helicoidal que se elevaba frente a un vano con la figura de una estrella.

Desgraciadamente, la Capilla del Pocito, tan llena de riqueza arquitectónica, está muy descuidada. Para comenzar, es de lamentar que el conjunto de mercados y otras instalaciones que se encuentran en el atrio de la Basílica se hayan edificado tan cerca de la obra que nos ocupa, sin dejar espacio suficiente para su lucimiento y conservación. De igual manera, es de destacar que su cúpula central se halla cubierta por una lona que oculta los mosaicos; quizá se busque con ello resguardar de la lluvia esta parte del edificio. Finalmente, la portada poniente está rota, lo que no parece ser consecuencia de un vandalismo callejero, porque lo que se destruyó fueron los elementos del remate: el frontón que se quedó sin roleos, la escultura del tímpano que perdió su cabeza, y la cruz que desapareció por completo. Es de tomarse en cuenta que la Capilla se construyó gracias al fervor y las donaciones de los fieles y son también los fieles los que hoy acuden a los oficios que se celebran ahí. No es justo ni para los devotos novohispanos ni para los de ahora que esta importante obra carezca de las debidas medidas de conservación; tampoco lo es para el arquitecto que la construyó ni para quienes apreciamos la memoria histórica y artística de nuestro país. I
 

Capilla del Pocito. Detalle. Foto: Martha Fernández, 30 de marzo de 2019.

 

Capilla del Pocito. Portada poniente. Foto: Martha Fernández, 30 de marzo de 2019.

 

*Investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM.

 

Inserción en Imágenes: 22 de agosto de 2019.

Imagen de portal: Capilla del Pocito. Vista general. Foto: Martha Fernández, 30 de marzo de 2019.

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[1] Ignacio Francisco González-Polo Acosta: “Vida y obra del arquitecto Francisco Antonio Guerrero y Torres (1727-1792)”, tesis doctoral, Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, 2006, pp. 155-156.

[2] Ibid., p. 156.

[3] Idem.