Tres libros de Martha Fernández

José Alejandro Vega Torres*
catedra77@yahoo.com.mx
 

MARTHA FERNÁNDEZ, QUIEN HA SIDO DISTINGUIDA con el Premio Universidad Nacional 2014 en el área de Investigación en Artes, realizó sus estudios de licenciatura en Historia y maestría y doctorado en Historia del Arte en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En 1978, la doctora Fernández ingresó como investigadora en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM; desde entonces, sus cátedras, tanto en la Facultad de Filosofía y Letras de la propia Universidad como en otras instituciones educativas nacionales y extranjeras, se han distinguido por la erudición en el manejo de los temas de la arquitectura colonial mexicana, así como del arte virreinal en general. Estos mismos han sido los tópicos centrales de sus investigaciones.

Sus estudios se caracterizan por ser resultado de diversos enfoques y perspectivas teórico-metodológicas que van del análisis estilístico y formal al análisis simbólico, es decir, la más novedosa herramienta para la comprensión de la arquitectura del periodo antes mencionado. Los trabajos recientes de la doctora Fernández han dado cuenta del significado que para la sociedad colonial tenían los edificios construidos y habitados en aquel entonces. De este modo, la autora ha aportado a la historia del arte virreinal, especialmente de la arquitectura de la época, análisis basados en información documental relevante que ayudan a entender de mejor manera esos espacios. Además, con sus originales investigaciones contribuye también a establecer un diálogo interdisciplinario en beneficio del patrimonio cultural del país, pues aporta elementos que permiten realizar intervenciones de rescate y restauración de las obras de aquel periodo con mayores fundamentos.

Esta reseña de tres libros de Martha Fernández no pretende ser exhaustiva. Con todo, los textos seleccionado resultan medulares para capar el innovador enfoque de sus investigaciones más recientes sobre la arquitectura virreinal mexicana.

 

Cristóbal de Medina Vargas y la arquitectura salomónica en la Nueva España durante el siglo XVII, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 2002 (Monografías de Arte: 27).
 

Segundo cuerpo de la portada procesional oriente de la Catedral de México.

Desde mi punto de vista, este libro constituye uno de los estudios más importantes de la doctora Fernández; representa más de quince años de investigación alrededor de la vida pero sobre todo de la obra del maestro mayor en arquitectura, Cristóbal de Medina Vargas. El lector encontrará en sus páginas una disertación profunda y exhaustiva en torno al posible origen, desarrollo y aplicación de la columna salomónica en la Nueva España. Por supuesto, incluye consideraciones acerca de los posibles modelos de Medina Vargas; entre ellos, diversos tratadistas como Pablo Céspedes, Iacomo Vignola y Juan Caramuel.

Asimismo, la autora destaca los antecedentes medievales de la columna salomónica. Resulta sorprendente que este tipo de soporte, con fuste helicoidal y entorchado, contara con representaciones en libros del siglo XV, como el de Las antigüedades de los judíos de Flavio Josefo, ilustrado por Jean Fouquet. La doctora Fernández revela también la presencia de la columna salomónica en pinturas de Giorgio Vasari, Pedro de Campaña, Luis de Vargas y Pellegrino Tibaldi, en pleno siglo XVI, de lo que se desprende que manifestaciones de esta índole prepararon el camino para el desarrollo efervescente de la columna salomónica en pleno barroco, tanto europeo como americano. En este contexto, la especialista analiza la obra de Medina Vargas y el uso de la columna salomónica, introducido por él, en las portadas novohispanas; en particular, en los templos de Santa Teresa La Antigua, San Agustín y San Bernardo, así como en la Catedral Metropolitana de la Ciudad México. Estos monumentos resultan de capital importancia en la obra de Medina Vargas.

Me parece que una de las conclusiones fundamentales de la doctora Fernández, dentro de la ricas y abundantes disertaciones de su libro, es que la columna salomónica desarrollada en la Nueva España, a pesar de sus antecedentes europeos y la base teórica que proporcionaron los tratadistas, tuvo su propia identidad, misma que se adaptó a los gustos, necesidades y contextos locales, lo que dio por resultado, como la investigadora lo aclara, una particular interpretación de dichos modelos y no una copia automática de los mismos. En tal suerte, será de interés para el lector, como evidencia de la identidad y originalidad de la columna salomónica en tierras americanas, la tipología novohispana de esta clase de soporte que propone la autora de este importante libro.

 

La imagen del Templo de Jerusalén en la Nueva España, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Coordinación de Humanidades, 2003 (Colección de Arte, 52).
 

En este libro la doctora Fernández nos descubre la manera en que el simbolismo sagrado proporcionó la base ideológica y religiosa para la concepción del templo cristiano. Una de las ideas principales de la investigadora es que los cristianos tomaron de otras tradiciones culturales, especialmente judías y musulmanas, elementos que fueron utilizados para erigir edificaciones religiosas del cristianismo. Es de destacar que la autora también tenga en cuenta que las tradiciones y leyendas de Oriente que los cruzados escucharon durante la reconquista de Jerusalén en el siglo XII fueron base para conformar una imagología del templo que Salomón levantó para honrar a Dios. En efecto, este libro constituye una disertación sobre las distintas imágenes que del templo del afamado rey judío se tuvieron a lo largo de los siglos. Así, resalta la reinterpretación ideal del modelo durante el desarrollo del cristianismo, hasta llegar incluso al periodo novohispano mexicano. Tal imagen se sustentó, asimismo, en los diversos textos del Antiguo Testamento; recordemos que el templo es un modelo revelado, es un arquetipo celeste que ya existía in illo tempore y fue expuesto a profetas como a Ezequiel o bien a san Juan en su visión de la isla de Patmos. Cabe señalar que toda esta riqueza simbólica y religiosa fue trasladada al templo cristiano.

Con abundancia de ilustraciones, el libro de Martha Fernández registra el bagaje histórico, religioso y cultural que se desarrolló a partir de la imagen del templo de Jerusalén en los edificios religiosos de los tres siglos del virreinato mexicano. De este modo, reciben atención los templos de la ordenes mendicantes del siglo XVI, las más importantes catedrales de México, los conventos de monjas, las iglesias de planta centrada y las cúpulas de sección octagonal, para culminar con el análisis de la basílica de Guadalupe como analogía del arquetipo del templo de Jerusalén.

 

Estudios sobre el simbolismo en la arquitectura novohispana, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas/Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2011.
 

Este libro es el producto de muchos años de investigación, con visitas a archivos, bibliotecas y múltiples edificios religiosos del país. Los resultados fueron vertidos en ponencias nacionales e internacionales, así como en diversas obras publicadas anteriormente por la autora. De esta manera, Estudios sobre el simbolismo en la arquitectura novohispana es la reunión de los más importantes escritos de la doctora Fernández alrededor del significado simbólico de estructuras arquitectónicas y sus componentes.

La obra abarca cuatro grandes temas: elementos arquitectónicos, edificios, retablos y la ciudad. Todos ellos tienen un hilo conductor, pues Martha Fernández demuestra a lo largo de sus diversos artículos que tanto la traza de las ciudades como la construcción de un templo y todo lo que este contenía: retablos, pinturas y esculturas, obedecen a un diseño preciso que permite una lectura simbólica del mismo, compartida socialmente.

Como parte de sus visión integral, este libro expone con gran acierto el tema de los símbolos sagrados universales, mismos que han sido manejados por prácticamente todas las civilizaciones a lo largo de la historia. Tomando como punto de partida el primer templo reconocido por el hombre, es decir, la naturaleza, que constituye además la casa de la divinidad misma, la doctora Fernández enumera ciertos elementos simbólicos básicos que serán recreados en la Nueva España tanto en la traza de edificios como en los retablos y sus respectivas plantas, e incluso en las fachadas de los templos. Dichos elementos son la cueva, la montaña sagrada, el manantial, la piedra y el árbol.

Como se mencionó anteriormente, uno de los grandes temas que la investigadora ha tratado a lo largo de su actividad académica es la imagen plástica y el desarrollo de la columna salomónica. Incluso ha creado una verdadera imagología de este componente arquitectónico. Cabe señalar que por imagología entiendo el análisis histórico y plástico de una representación en diversos momentos de la historia; sus concepciones y transformaciones, así como sus usos y adaptaciones. De esta forma, la estudiosa nos señala las posibles fuentes y modelos en los que se pudo haber basado la implementación de la columna salomónica en la Nueva España. Este tipo de soporte, como se mencionó líneas arriba, fue utilizado por el maestro mayor Cristóbal de Medina Vargas. Así, la investigadora menciona varios tratados, entre ellos: Diseño de arquitectura civil y eclesiástica (1686) y Arquitectura civil ( 1737) de Guarino Guarini; Pintura sabia (1655) y Breve tratado de arquitectura acerca del orden salomónico entero (1663) de fray Juan Ricci; Arquitectura recta y oblicua considerada y dibujada en el Templo de Jerusalén (1678) de Juan Caramuel. Incluso alude a uno de los primeros tratados que diserta sobre la columna salomónica; el tratado de Pablo Céspedes de 1604 titulado Discurso sobre el Templo de Salomón. No obstante, la doctora Fernández hace hincapié en que la columna salomónica, o mejor dicho su interpretación, ya estaba presente en los conventos mexicanos del siglo XVI; por ejemplo, en la portada principal de San Andrés Epazoyucan, en la puerta de la Porciúncula de San Gabriel Cholula, en la capilla abierta de San Francisco Tlahuelilpa, en el edificio civil llamado la “Tercena” del poblado de Meztitlán de la Sierra, y también en la fachada del templo de Santa María de los Reyes Magos, en Huatlatlahuca, Puebla.

Otros temas muy relevantes son expuestos con enorme erudición por la autora; entre ellos, el relativo a la traza de las ciudades de México y Puebla, en la que con seguridad se quiso imitar el modelo sagrado de la Jerusalén Celeste con el Templo de Salomón al centro. Este modelo ya se encuentra desde el siglo XVI en pueblos como Tetela del Volcán, en cuya traza se imitó la disposición del campamento levantado por Moisés al pie del Monte Sinaí.

La obra extensa y rica de la doctora Fernández –que por razones de espacio no comentamos en su totalidad– ha aportado nuevos enfoques para el estudio del arte colonial, en particular, para la comprensión de la arquitectura virreinal y su simbolismo; la labor de los maestros mayores en arquitectura, y los posibles modelos que utilizaron para construir edificios religiosos a lo largo de trescientos años de vida colonial. Mediante sus enfoques, análisis y planteamientos, la investigadora pone en claro y demuestra que la arquitectura virreinal novohispana desarrolló y presenta su propia identidad y riqueza.
 

Retablo mayor de la iglesia de Regina Coeli de la Ciudad de México.

 

*Profesor de la Escuela Nacional de Antropología e Historia.

 

Inserción en Imágenes: 19.11.14.

Imagen de portal: Portada del Santuario de Guadalupe de la Ciudad de México.

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