Ruth Noriega en la Universidad Veracruzana

Alonso Alarcón Múgica*
alonsocrea@gmail.com
 

Ruth Noriega (Estados Unidos, 1937-México, 2006). Foto: Archivo de Ruth Noriega.
 

LA UNIVERSIDAD VERCRUZANA fue la primera institución educativa en América Latina en otorgar el título de licenciado en Danza, carrera que justamente se cursa en la Facultad de Danza (la Universidad le llamó “Facultad” previendo que pocos años después se establecería el doctorado). Este acontecimiento histórico para la profesionalización de la disciplina de la danza se debió a las reformas a la Ley Orgánica 80 del 26 de diciembre de 1975 de esa Universidad. En aquel tiempo el bailarín, coreógrafo y maestro Rodolfo Reyes fue invitado a fungir como director de la Facultad. El historiador Sabino Cruz Viveros recuerda que la gestión de Rodolfo Reyes (formado en el Nuevo Teatro de Danza de Xavier Francis en la Ciudad de México y en otras instituciones de la capital del país; fogoso participante del Movimiento Mexicano de Danza Moderna) fue de 1974 a 1977. En ese lapso se establecieron como propuestas al Programa de la Universidad: “a) La formación de bailarines profesionales en danza contemporánea, clásica o folklórica. b) La integración de un taller de reconstrucciones etnográficas y etnomusicales. c) La creación de una compañía de danza contemporánea” (Sabino Cruz Viveros: La educación artística en Xalapa. Danza, 1936-1975).

Al dejar Rodolfo Reyes la dirección de la Facultad de Danza en 1977 ya estaba viviendo en Xalapa Ruth Noriega, bailarina originaria de Washington, en Estados Unidos, que trabajó como maestra de técnica clásica en la entidad y fue una de las fundadora de la Facultad de Danza. El entonces rector de la Universidad Veracruzana, Roberto Bravo Garzón, había encargado a Rossana Filomarino (del Ballet Nacional de México) efectuar ajustes al plan de estudios de la licenciatura en Danza. Filomarino aprovechó la oportunidad para invitar a Noriega a colaborar con la institución. Dirigía la Facultad Guadalupe Contreras.

El nombre completo de nuestro personaje fue Ruth Ellen Murphy Colegate, si bien  durante prácticamente toda su vida profesional se hizo llamar Ruth Noriega. La razón es que estuvo casada con el maestro, promotor y compositor mexicano Guillermo Noriega, que también había trabajado con Xavier Francis y su equipo de artistas en el Nuevo Teatro de Danza en la Ciudad de México. Los alumnos de Ruth Noriega en la asignatura de técnica clásica en la Facultad de Danza la conocimos como la maestra Ruth Murphy. Habría esta artista y docente de contribuir al pleno desarrollo de la danza en la entidad a través de la vigorosa formación de bailarines de danza contemporánea y habría de protagonizar varios de los hitos de este arte en el país.
 

Ruth Noriega en el Ballet Clásico de México (1963-1973). Foto: Archivo de Ruth Noriega.
 

Ruth Noriega nació en 1937 y murió en Jalapa en 2006. Su formación clásica la inició en el Royal Winnipeg Ballet, en Canadá (1955-1956), en donde asumió plena y vigorosamente la técnica clásica. Invitada por la bailarina y coreógrafa Gloria Contreras llegó a México en donde se estableció y se incorporó de inmediato a sus actividades profesionales. Se unió como alumna al Nuevo Teatro de Danza de Xavier Francis, taller experimental ubicado en la calle de 16 de septiembre en la Ciudad de México. En este centro también daban clase profesores experimentados como Bodyl Genkel y John Fealy. Todos los esfuerzos en esta notable escuela-estudio se concentraban en establecer y desarrollar nuevas experiencias significativas en la danza moderna; se buscaba la apertura hacia nuevos lenguajes corporales, la incorporación de ritmos variados y asumir nuevas temáticas en la creación e interpretación de la danza.

Ruth Noriega participó entre 1957 y 1961 en las coreografías que el Nuevo Teatro de Danza montó y presentó durante las temporadas que en el Palacio de Bellas Artes se organizaban para la Academia de la Danza Mexicana, el Ballet Nacional de México y el propio Nuevo Teatro de Danza. Se estructuraban funciones bien planificadas, con firmes programas compuestos por propuestas novedosas y logros que permitieron el desarrollo de un verdadero Movimiento de Danza Moderna que atrajo la atención de un vasto público, así como de compositores, pintores, escenógrafos, escritores, bailarines y coreógrafos nacionales; el Movimiento provocó asimismo la visita de ejecutantes y coreógrafos extranjeros como José Limón. Ruth Noriega interpretó coreografías como Fantasía y fuga (1957), Procesiones (1957) y Debate (1957), de Xavier Francis,  y Delgadina (1957), de Bodyl Genkel. Las jornadas del Movimiento se llevaron a cabo en diversos foros y escenarios como el Palacio de Bellas Artes, el Auditorio Nacional y el Teatro Fábregas. Ruth Noriega bailó al lado de Cecilia Baram, Rosa Bracho, John Fealy, Luis Fandiño, Carmen Franco, Manuel Hiram, Beatriz Garfias, entre otros bailarines excepcionales y vigorosos del Movimiento Mexicano de Danza Moderna. Al respecto, apunta Alberto Dallal: “la danza moderna mexicana asumía como un deber la esencia universal de la danza a través de obras de alcances, historias y técnicas nacionales y locales. Precisamente [logrará] la intervención de otros cuadros técnicos, de maestros extranjeros y nacionales que comienzan a preparar tanto a los bailarines maduros como a las nuevas generaciones […] marcará una nueva época para la danza mexicana” (Lo nacional como proyecto y realización de la danza mexicana de hoy).
 

John Fealy y Ruth Noriega en Delgadina, coreografía de Bodil Genkel, temporada del Nuevo Teatro de Danza en el Palacio de Bellas Artes, noviembre, 1957. Foto: Archivo de Ruth Noriega.
 

Durante sus estudios en el Nuevo Teatro de Danza, Ruth Noriega conoció en las clases de Francis a la bailarina Valentina Castro (Estado de México, 1935), uno de los cuadros más representativos e importantes del Movimiento Mexicano de Danza Moderna. Esta bailarina realizó, junto con Ruth Noriega, Rodolfo Reyes y el poeta y ensayista Jaime Labastida, una gira de presentaciones por el estado de Chiapas: ofrecía el grupo piezas cortas en las que, mediante una conferencia bailada (ilustrada mediante danzas), se referían a la historia de la danza, en general, y a la danza mexicana, en particular. Jaime Labastida era el narrador “entre danzas” y los bailarines ilustraban el desenvolvimiento de las danzas mexicanas del pasado, asumían la influencia de los mitos locales en las danzas y bailes de la región –lo cual sucede aun en el presente– y ampliaban el hacer coreográfico mediante técnicas de danza moderna.
 

Ruth Noriega, Valentina Castro, Rodolfo Reyes y Jaime Labastida. Gira por Chiapas, 1959. Foto: Archivo de Ruth Noriega.
 

El grupo recorrió varios municipios chiapanecos y de otros estados. En San Cristóbal las Casas los integrantes se hospedaron en la casa de Rodolfo Reyes (comieron comida típica del lugar, cocinada por la madre del bailarín). En la presentación en Comitán, cuenta Valentina Castro, contrataron una camioneta para que hiciera el perifoneo de la “conferencia ilustrada”. Por las bocinas se invitaba al pueblo: “vengan, vengan a ver a los grandes bailarines de Bellas Artes”. Se enfrentaban a un público y un ambiente muy distintos a los de la capital de la República, y para ellos resultaba importante este “cambio de ambiente”; las presentaciones se realizaban en parajes planos, explanadas y espacios alternativos. Los integrantes del grupo realizaban todas las tareas inherentes al “espectáculo”: limpiaban pisos en los teatros, ensayaban, probaban el sonido para la música de fondo, se vestían y maquillaban en “descubierto”, a la intemperie. Era la danza moderna recorriendo los terrenos de sus meras raíces.

Fue una gira que en 1959 abrió ese tipo de presentaciones en dirección de una modalidad socorrida por los integrantes del Movimiento Mexicano de Danza Moderna para actualizar los experimentos de los cuarenta y cincuenta, pero en esta ocasión acompañándose de la palabra y la poesía jóvenes. Aún ahora, muchos grupos de danza contemporánea en todo el país conciben y desenvuelven este tipo de presentaciones preparadas y realizadas por jóvenes bailarines que de esta manera ponen en contacto a la novedad técnica y temática de la danza contemporánea con los pobladores de regiones distantes. En Veracruz y el sureste, el grupo de Castro y Reyes iniciaron una tradición que hasta la fecha perdura.

La conferencia ilustrada se iniciaban con una danza de un brujo-curandero (Rodolfo Reyes) que sanaba a través de la danza a una niña enferma (Valentina Castro); Labastida narraba la historia de los bailes populares europeos para dar entrada a la sección de las danzas preclásicas interpretadas por Noriega, Castro y Reyes, ataviados con sendos vestuarios y pelucas proporcionados por el INBA; después el narrador hacía una referencia al surgimiento de la danza clásica (hablaba el Rey Sol) y aparecían dos bailarinas interpretando en puntas y con tutús un fragmento de Las sílfides. En la “sección” de la danza moderna los tres bailarines interpretaban una pieza de Guillermina Bravo titulada Danzas sin turismo que, según Valentina Castro, era una “coreografía sobre las parejas de los tiempos modernos con diversos tipos de ritmos musicales”. El programa finalizaba con un trío coreográfico muy enérgico de creación colectiva con la música de La valse de Ravel.
 

Tulio de la Rosa y Ruth Noriega en la Suit de jazz con el Ballet de Cámara (1961-1963). Foto: Archivo de Ruth Noriega.
 

Ruth Noriega fue bailarina también del Ballet de Cámara (1961-1963), compañía autocalificada de danza clásica moderna. Sus directores fueron Nellie Happee y Tulio de la Rosa. En ella Noriega interpretó piezas como Suite de jazz, de De la Rosa. Asimismo, fue bailarina en el Radio City Music Hall de Nueva York, en 1963, y solista en el Ballet Clásico de México, de 1964 a 1969, bajo la dirección de Enrique Martínez. Con esta compañía realizó varias giras nacionales e internacionales, con presentaciones en teatros como el Herod Atticus, en 1968, en el marco del Festival de Atenas. Este recinto es “una de las máximas expresiones artísticas del viejo continente, a las que concurren anualmente importantes compañías como la de George Balanchine, Sadler’s Ballet y Maurice Béjart” (Jaime O’Farrill: “El Ballet Clásico de México en Grecia”).
 

Ruth Noriega bailando Encuentros de Nellie Happiee con el Ballet Clásico de México (1968). Foto: Archivo de Ruth Noriega.
 

Noriega fue integrante asimismo del Ballet Clásico 70 (1969-1975) y, en una gira por Europa, del Ballet Independiente de Raúl Flores Canelo; sin embargo, sus participaciones seguras y estables las dedicó a la Compañía Contemporánea de Danza de la Universidad Veracruzana, bajo la dirección de Rossana Filomarino (1977-1983). Cabe resaltar que dio clase en la Facultad de Danza de la Universidad Veracruzana desde la fundación de la escuela, en 1977, hasta la muerte de la artista, en Xalapa, en 2006.

En 1995 recibió el reconocimiento de Una Vida en la Danza, del INBA. Su don de gentes, su simpatía, su fortaleza para trabajar incansable, ininterrumpidamente, perduran en la historia y en los espacios de la danza mexicana, en todo el país pero sobre todo en el sitio fundamental de su trabajo profesional: Xalapa, Veracruz. I
 

Marcos Paredes y Ruth Noriega bailando Encuentros de Nellie Happiee con el Ballet Clásico de México, 1968. Foto: Archivo de Ruth Noriega.

 

*Estudia el doctorado en Historia del Arte en la UNAM.

 

Inserción en Imágenes: 27 de marzo de 2019.

Imagen de portal: Rodolfo Reyes y Ruth Noriega, temporada del Nuevo Teatro de Danza en el Palacio de Bellas Artes, noviembre, 1957. Foto: Archivo de Ruth Noriega.

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