La elocuencia de la imagen cinematográfica: un testimonio conmovedor

Julieta Ortiz Gaitán*
jortiz@unam.mx

Ceremonia del 5 de Mayo, 1912

Ceremonia del 5 de Mayo, Monumento a Morelos, en la Ciudadela. Al fondo la destruida Fábrica Nacional de Armas, 1912.

"La narración de la cámara es tímida", señala Aurelio de los Reyes al comentar la proyección Madero: a cien años de la traición, ingente trabajo de investigación que reúne material cinematográfico inédito de los archivos de Salvador Toscano y de los Hermanos Alva. Estos materiales fueron donados a la Universidad Nacional Autónoma de México por la Fundación Carmen Toscano y por Edmundo Gabilondo, en cuyo resguardo se encontraban las cintas. La narración de la cámara es tímida, casi fija, gira sobre sí misma y va mostrando el impactante panorama histórico que va del prematuro éxito de la Revolución en Ciudad Juárez, hasta el epílogo infausto y sangriento de la Decena Trágica, en febrero de 1913. La narración de la cámara es tímida porque aún estaba por configurarse el lenguaje cinematográfico en estas vistas tempranas de carácter testimonial: cinco filmes restaurados y editados con el apoyo de la Filmoteca de la UNAM, ninguno conservado en su integridad sino más bien fragmentos ordenados de acuerdo con la investigación histórica realizada por De los Reyes.
 

Calesas por Avenida Juárez         Por San Francisco. Entrada de Madero a la Ciudad de México

Calesas circulando por Avenida Juárez y San Juan de Letrán (izquierda).
“Alegoría del Triunfo de la Democracia” circulando por San Francisco. Entrada de Francisco I. Madero a la Ciudad de México, 1911 (derecha).

La proyección tiene una duración de dos horas y ha sido exhibida en la Sala Julio Bracho del Centro Cultural Universitario, el 13 de febrero, y en el Instituto Nacional de Estudios Históricos sobre la Revolución Mexicana (INEHRM), el martes 26 de febrero del presente año. Debido a la gran afluencia de público y al interés suscitado por el film, una tercera proyección fue programada para el 10 de abril en la mencionada Sala.

El dinamismo de las imágenes cautiva de inmediato al espectador, introduciéndolo de lleno en una historia asombrosa, directa, testimonio impactante de un momento de triunfo y de grandes expectativas, cancelado abruptamente por las fuerzas contrarrevolucionarias; historia narrada por los comentarios de viva voz del propio investigador y acompañada de un guión musical, elocuente y emotivo, ejecutado al piano por José María Serralde. Los protagonistas de la historia se muestran desde el principio: en el escenario de la ciudad fronteriza vemos a Francisco I. Madero acompañado por Pascual Orozco, uno de los primeros jefes en lograr la victoria sobre el régimen de Porfirio Díaz. En esa etapa también aparecen las multitudes, desbordadas por un entusiasmo sin límites, espontáneo, contagioso… El poder de la imagen en movimiento expresa, señala la esperanza que movió a todos aquellos hombres, mujeres, niños –muchos niños–, que se lanzaron a las calles de pueblos y ciudades a dar la bienvenida a Francisco I. Madero en su recorrido triunfal rumbo a la Ciudad de México, en ferrocarril de vapor; este medio de transporte sería otro de los protagonistas del panorama revolucionario. El denominador común son las multitudes anónimas que se apropian de calles, plazas y estaciones ferroviarias en un cúmulo de gritos, adhesiones, cantos y música de las bandas pueblerinas, para aclamar al caudillo vencedor. Alegría y movimiento continuo animan la gran pantalla: brincos, sombreros que se agitan, manos que saludan y rostros que se asoman al encuadre de la cámara con curiosidad, en el intento, aún vago esos días, de “salir en el cine”.
 

Por 5 de Mayo. Entrada de Madero a la Ciudad de México

“Alegoría del Triunfo de la Democracia” circulando por 5 de Mayo. Entrada de Francisco I. Madero a la Ciudad de México, 1911.

De los Reyes comenta esta temprana motivación como una muestra más de la importancia del cine en la sociedad y su atractivo en cuanto a “capturar un momento”, aunque se trate de un momento dinámico, sin duda; una secuencia: un parámetro que por lo demás no podían tener presente quienes interactuaban con la cámara. En estos casos, cuando la cámara se encontraba en movimiento, por ejemplo, desde el tren, la gente corría por los rieles, brincaba y agitaba manos y sombreros para saludar o despedir al líder; por el contrario, cuando la cámara estaba fija y seguramente solicitaba una pose para la toma, las personas permanecían, casi siempre, derechitos, sin moverse para salir bien en aquel aparato mágico, no del todo diferenciado aún de la fotografía.

En estos filmes tempranos, que se exhibían en las salas de cine de la época todavía sin censura alguna, producciones dueñas del incipiente lenguaje cinematográfico, se otorga importancia a la gran presencia del sujeto, del protagonista: un contenido fascinante que pone de relieve el componente humano, involucrando al espectador con imágenes directas, sumamente vitales, en una narrativa, afirma De los Reyes, “siempre en tiempo presente”. Muy pronto el mismísimo Victoriano Huerta, villano irredento de esta historia, ejercería el control de la exhibición de “vistas” que pudieran despertar adhesiones o protestas de tipo político.
 

Toma de posesión de Madero     

Toma de posesión de Francisco I. Madero como presidente de la República. Circulando por Plateros, 1911 (izquierda).
Multitudes aclamando a Madero en la toma de posesión (derecha).

 

Muestra patente del carácter testimonial de la cinta es la extraordinaria riqueza visual relacionada con diversos sectores sociales. Hay una gran variedad de vestimentas, casi un catálogo de prendas de vestir; por ejemplo, a través de los sombreros masculinos, puede hacerse un recuento de los sectores de clase representados: jipijapas, bombines, Stetson, quepis militares, boinas, sombreros de palma, de “piloncillo”, una que otra chistera que acompaña a los huertistas y los enormes sombreros zapatistas. Se pueden ver faldas y trajes femeninos de talles ajustados, botines y sombreros con tocas de encajes y flores, al lado de las más numerosas enaguas de percal y rebozos de todo tipo; mujeres descalzas al igual que los niños, niños con asombro en la mirada; otras veces sus ojos son inexpresivos, pero estos pequeños siempre están prontos a brincar, reír y saludar a la cámara, correteando entre la multitud y cuidándose de automóviles y caballos; despliegue de contingentes uniformados de modo irregular, los más de calzón y camisa de manta. Relevantes son las escenas del desarme de los zapatistas, notables tomas de los revolucionarios surianos en la plaza de Mezcala, en el estado de Guerrero, al lado de un bello portal de sólida columnata, testigo de la entrega de armas y de cómo los jinetes se van integrando, ordenadamente, a sus respectivas brigadas. No falta el perro que les ladra a los caballos, inmiscuido entre las filas silenciosas e imponentes de los ex combatientes.
 

Multitud de sombreros.

Tampoco falta, para lograr un panorama completo, rural y urbano, el niño en traje de marinerito, tomado de la mano de sus padres, o el adolescente citadino de cuello de encaje y pantalones ajustados a las rodillas, que deambula con igual libertad entre la gente, que camina por alguna arteria importante de la ciudad, subiéndose al estribo de algún tranvía o atreviéndose a descender mediante un brinco ágil, siempre pendiente de la cámara... Luego desaparece del encuadre y vuelve a asomarse para repetir el brinco al estribo del siguiente tranvía.

Los ámbitos en los que se mueven todos estos personajes nos hablan de rancherías, pequeños poblados y ciudades “provincianas”, en un entorno en el que son fácilmente identificables los amplios bulevares arbolados, monumentos, edificaciones y plazas de la gran Ciudad de México, “la Capital”. Pero ya sea en calzadas de tierra o en grandes avenidas asfaltadas, surgen de manera constante los innumerables e inevitables perros que ladran, husmean en desfiles y manifestaciones en repetidas y jocosas ocasiones.
 

 Visita de Madero a la casa de Aquiles Serdán

Talles ajustados, sombreros de encajes. Visita de Madero a la casa de Aquiles Serdán en la ciudad de Puebla de los Ángeles.

Las imágenes hablan también de la distancia y el contraste entre las multitudes pobladas de mujeres enrebozadas y niños descalzos, que recibieron a Madero bajo los arcos triunfales levantados en Plateros, Palma, Isabel la Católica, Avenida Juárez y el Zócalo, y los personajes de traje negro, chistera y levita, que vitorearon a los "vencedores" del cuartelazo de la Ciudadela en su marcha de las calles de Balderas al Palacio Nacional. Después de esta secuencia de manifestaciones desangeladas, surgen imágenes conocidas de la Decena Trágica, del golpe de estado perpetrado por los conspiradores, y aparece el traidor Huerta: mirada vidriosa y alcoholizada, departiendo sombríamente en un restaurante.

Estremecidos por la violencia, aquellos días de tragedia muestran en imágenes mudas la incineración de cadáveres en los llanos de Balbuena, cuando por cierto es rescatado un niño aún con vida, terrible hecho que relata Julio Sesto en Cómo ardían los muertos, novela de su autoría; vemos asimismo la salida de los ataúdes de Francisco I. Madero y José María Pino Suárez del Palacio Negro de Lecumberri, y los funerales, donde vuelven a estar presentes mujeres con niños en los brazos y llanto en los ojos, hombres, jóvenes, el pueblo, en fin, que de nueva cuenta acompaña a Madero en el último trecho del camino hacia su morada final en el Panteón Francés de la Ciudad de México.
 

Llanto del pueblo en el sepelio de Francisco I. Madero, Panteón Francés, 1913.

Las actitudes dolientes, silenciosas, ofrecen un vivo contraste con la alegría desbordada de los momentos triunfales iniciados en Ciudad Juárez y presentados a lo largo de la cinta. Son escenas mostradas al compás de las notas de Club Verde, vals porfiriano repetido como tema principal. Al terminar la proyección, estalla el aplauso conmovido y se alarga con una intensidad sostenida, como tomando tiempo para hacer regresar a las emociones en dirección de los sonidos internos, de las resonancias y silencios que cada espectador fue creando a partir del despliegue de imágenes que produce esta odisea revolucionaria.

 

*Es miembro del Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM, del cual coordina el Departamento de Investigación Documental.

 

Inserción en Imágenes: 05.04.13

Imagen de portal: Calesas circulando por Avenida Juárez y San Juan de Letrán.

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