Entre Dios y Legba

Claude-Marie Constant*
claudemarieconstant@gmail.com

 

Moso Bondyé, moso solokoto.

Refrán popular haitiano
 

Hector Hyppolite, Grand Maître, 1946-1948.
 

VARIOS AÑOS HAN PASADO desde la muerte de Bos Diévey, el fundador de Démapou. El houmfor, bajo la tutela de su nuevo hougan, Bos Acédius, ha retornado a su vida habitual. Frè Dorélus, visiblemente más viejo pero con suficiente energía aún para ejercer su cargo de consejero permanente del houmfor, escucha con atención los toques de un yanvalou que ejecutan unos badjicans bajo la dirección didáctica de un hontogui. Los últimos rayos del sol proyectan un resplandor anaranjado sobre las escasas nubes que recubren el cielo otoñal de la aldea que se prepara para la noche. En el gran patio, no muy lejos del peristilo, una pequeña fogata despide un olor a elotes asados que se mezcla con el aroma de la albahaca que hierve en una gran olla de metal montada sobre tres piedras y que será servida más tarde en infusión, endulzada con piloncillo. Un hounsi saca de pronto al patio la vieja mecedora de junco y madera de Bos Acédius. Eso es la señal para que a su alrededor se acomoden en forma de media luna una decena de pequeñas sillas en donde se sientan algunos niños y jóvenes en espera de la lección doctrinal de esta noche.

Bos Acédius salió vestido de mezclilla, un paliacate rojo al cuello y con su pipa en la mano. Se sentó en la vieja mecedora, sacó de su bolsillo una mezcla de tabacos y empezó a cargar la pipa. Cuando estuvo lista, la servant dlo le acercó un tizón con el que la encendió para sacar en seguida por intervalos varias bocanadas de humo de tabaco fuerte cuyo olor se mezcló con los otros aromas del patio. Este tipo de sesiones forma parte de las tradiciones orales de los houmfors. Los temas varían según el enseñante en turno. Pueden ir desde la historia familiar que es también la del sitio sagrado hasta cuestiones de la actualidad mundial. En esta ocasión Bos Acédius quiso retomar un tema que se quedó pendiente en su última clase, a saber, la distinción entre Dios y Legba. Empezó diciendo: “Legba sé lwa. Legba pa Bondyé. Bondyé sé Bondyé.” Legba es un loa. Legba no es Dios. Dios es Dios.

Es muy conocido el carácter sincrético del vodú. El término evoca irremediablemente imágenes de hechicería, brujería, magia negra, muñecos clavados con alfileres, danzas lascivas, erotismo, bacanal, sacrificios de gallinas negras, zombis y múltiples otras estampas derivadas de la influencia directa o indirecta de la religión católica y, sobre todo, de Hollywood. Sin embargo, más allá de los mitos, mucho de verdad y de reflexión puede hallarse en las prácticas rituales que enmarcan casi todos los actos de vida de la sociedad campesina de Haití. Se sabe que la palabra deriva de la lengua de los fons, una etnia del antiguo Dahomey, actual República de Benín. El mayor número de la población que llegó a la isla de La Española proveniente del continente africano pertenecía a esta etnia. En fon el vocablo vôdoun significa espíritu sobrehumano, potencia o divinidad. Es, además, la denominación que se da al conjunto de creencias, ritos y mitos que conforman la religión común de los pueblos de la región cultural conocida como Adja-Tado, en el Togo, África occidental. En cuanto a la ortografía y la traducción al español, personalmente prefiero vodú, más apegado a vodou, en criollo haitiano, en vez de vudú, que parece provenir del inglés voodoo. En el habla popular el refrán “Moso Bondyé, moso solokoto”, “un poco de Dios, un poco de hechicería”, en cierta forma resume todo lo que se ha escrito acerca del sincretismo en el vodú haitiano. Por un lado, Dios, el dios de los católicos, impuesto por el mismo Artículo 2 del Código Negro, y por el otro, Legba, que contiene todo el saber de los cultos africanos.
 


 

Entonces Bos Acédius les recordó que Dios, llamado Papa Bondyé, Bondyé o Gran Met la en criollo (kréol) haitiano, es el creador del Universo, el gran maestro que hizo todo lo visible e invisible, tal como se enseña en el catequismo. Después de aspirar una larga bocanada de humo de tabaco de su pipa de barro, Bos Acédius explicó que Papa Bondyé es el arquitecto del Universo, y que de él se dice que su lápiz no tiene goma. Lo cual significa que “Lo hecho, hecho está”, y ni él mismo lo puede deshacer. Es por eso, agregó, que el culto del vodú no está destinado a Dios, sino a los loas (lwas).

El concepto de Dios en el vodú haitiano es un tema muy controversial. Laënnec Hurbon, quien ostenta la paternidad del tema con su libro Dieu dans le Vaudou haÏtien, expresa: “[en el vodú,] Dios aparece como la piedra angular que soporta todo el sistema de espíritus y todas las prácticas voduistas. Es el creador de los espíritus [lwas] y de los santos católicos correspondientes.” Para Max Beauvoir, un importante jerarca del vodú, “Dios es el gran maestro de todo lo que existe. Está más allá de las formas y de todo lo que se puede nombrar.” A Dios no se le menciona en las ceremonias o servicios dedicados exclusivamente a los loas. Dios es una imposición de los amos. Es resultado de un intento fallido de deculturación tardía, toda vez que en la parte francesa de la isla la evangelización se inició formalmente a raíz del movimiento de los negros cimarrones como una medida para detener esta rebelión que surgió con el nacimiento de la lengua criolla y el vodú, por la década de 1790. El Dios omnipotente que los esclavos recibieron del amo blanco se volvió impotente, casi inútil frente a la fuerza de las creencias propias y sobre todo frente a Legba mismo. El acto de fe al que fueron obligados se diluye pero sin perderse. Dios o Papa Bondyé deviene entonces en un trámite, un requisito, una condición de autenticidad o de legalidad y justificación para las prácticas rituales originadas en África. De hecho, para pertenecer al vodú se requiere primero ser bautizado en la fe católica, en una suerte de atavismo cultural inevitable. Habrá que investigar que pasó después de la oficialización del vodú por Jean-Bertrand Aristide en su decreto del 4 de abril de 2003. Para los practicantes del vodú, entonces, el creer en Dios es un acto intrascendente pero necesario. El término queda relegado a expresiones del trato cotidiano como “si Dios quiere”, “Dios es bueno”, “gracias a Dios” y similares. No obstante, su omnipresencia es innegable. Hector Hyppolite, pintor y hougan, lo representa como un monarca con tres ojos y dos narices, que ve todo y sabe todo; flanqueado por dos acólitos y sosteniendo una lámpara eterna en las manos.

La noche empezaba a caer. Bos Acédius tomó un sorbo de la infusión que una hounsi le sirvió en un pocillo de peltre. Hizo un gesto de aprobación y agradeció diciendo: “Veo que han sabido seguir mis enseñanzas. Este té está bueno.” Uno de los jóvenes, dirigiéndose a Bos Acédius, preguntó: “¿Entonces, Bondyé creó también a los lwas y también a Legba?” “No”, contestó. “Legba sé lwa Ginen.” Legba es un loa de Guinea. Ginen o Langinen es el nombre criollo de Guinea. Para muchos, el término se refiere a África toda, la Madre Tierra. Personalmente, creo que en la mente del practicante del vodú es un lugar inmaterial que no tiene una ubicación geográfica. Langinen ya existía antes de que Bondyé (Dios) hiciera el cielo y la tierra. Es donde regresan las almas después de la muerte, por cierto, en barco.

Se llaman Papa Legba, Agwé, Ezili-Freda, Ezili Danto, Baron-Samedi, Guédé, Ogun-Feray, Simbi, Dambala, Ayida-Wèdo, Loko, Ayizan, Zaka, Kalfu. Son los loas. No fueron creados por Dios. Son energía, fuerza o espíritu. Están en todas partes, pero requieren una cabalgadura en trance para su manifestación. Sus símbolos son los vèvès, dibujos de gran belleza y a veces complejos, necesarios para representar gráficamente y de manera inconfundible a cada loa. Asimilados ya a deidades de otros cultos, ya a los mismos santos católicos, incluso por los mismos practicantes del vodú, se hacen presentes por invocación. Tienen facultades, características y atributos que permiten reconocerlos y clasificarlos en familias, naciones y ritos. Se cuentan por cientos y son tan versátiles como variables son las necesidades de los practicantes. No son buenos. Ni malos. No se cree en ello. Se sabe tan sólo que son y están. Que llegan y se van. No existe jerarquía alguna entre ellos. Sin embargo, se admite que Papa Legba o simplemente Legba es, de todos, el primero, o tal vez el más importante.
 

Tambor assotor, Haití. Relacionado con la tradición dahomeyan. Exposición Ritmos de identidad, Smithsonian Latino Center, The Smithsonian Institution, http://latino.si.edu/virtualgallery/sabor/nyexperience/ritmos_spversion.htm, www.si.edu.
 

Bos Acédius explicó que Papa Legba, el esposo de Ayzán, es un loa de la familia de los Rada. Por eso en su servicio no se deben usar tambores con arillos de metal. Sus cánticos se acompañan generalmente con ritmo de yanvalou. Es el loa de los cruces de caminos honrado el primero de noviembre y su color es el rojo. Bos Acédius habló de su sabiduría y que debe siempre ser saludado en primer lugar en cualquier servicio o ceremonia, porque él abre el camino.

Según la mitología más difundida en la región cultural Adja-Tado, a la que pertenecen los fons, Legba o Elegba sería el último de los muchos descendientes de Mawu y Lissa, considerados las deidades supremas en el Vôdoun, la religión de las etnias ewé, adja, mina y fon. Legba fue enviado a la Tierra para servir de intermediario entre los humanos y los dioses. Al pasar al vodú haitiano, conservó muchos de sus atributos originales; entre ellos el de ser el loa que abre las puertas, razón por la cual es asimilado al san Pedro de la religión católica, cuyo atributo es una llave. Se le asocia también con el Santo Niño de Atocha, con san Lázaro o con san Antonio. Es conocido por su sabiduría y humildad. Se presenta generalmente bajo el aspecto de un anciano con muletas, o bien como un campesino al que nunca le falta su bastón, su pipa y su morral de palma al hombro. Mas a pesar de este aspecto de anciano, su fuerza es brutal, llegando incluso a derribar a la persona poseída (cabalgada). Sus ofrendas son menos vistosas que las de otros loas, reduciéndose básicamente a gallos, chivos blancos o negros, maíz, plátanos, arroz, tabaco y bebidas dulces.

Se hizo de noche en la aldea. Una noche tibia iluminada por una gran luna llena de octubre. De las brasas casi extintas son extraídos los elotes asados que los hounsis distribuyen a los asistentes. Bos Acédius limpia su pipa golpeándola en la mano izquierda. Les recuerda a todos que el primero de noviembre se aproxima y que hay que empezar los preparativos de la Gran Fiesta. “Mesi Papa”, contestan todos en coro. Se levanta de su mecedora y de inmediato uno de los muchachos la lleva al interior de la habitación. Apoyándose en Métélus, el nuevo pitit-kay, el favorito de la casa, se dirige hacia la puerta mientras canturrea un conocido viejo aire dedicado a Legba:
 

  Papa Legba kouté                                   Papa Legba escúchame
  Ouvri bayè a pou mwen                          Ábreme el portón
  Ouvri bayè a pou mwen ka antré            Abre el portón para que pueda entrar
  Vodú Legba ouvri bayè a pou mwen       Vodú Legba ábreme el portón
  Lè ma retounen ma remèsié lwa yo        Daré gracias a los loas cuando vuelva

  Abobo.                                                   Abobó.
 

Legba no es Dios. Ni es superior a Dios. Los practicantes del vodú nunca establecieron una rivalidad entre ellos. Por el contrario, siempre han coexistido en armonía, cuando menos del lado del vodú. Legba existe gracias a Dios. Por ello “Moso Bondyé, moso solokoto” es la actitud que se guarda comúnmente frente a cualquier acontecimiento ordinario o extraordinario de la vida o la muerte. En esta frase se encuentran resumidos tanto el sincretismo religioso como una mentalidad abierta dispuesta a aceptar y asimilar verdades y conocimientos nuevos. Implica también una visión cosmogónica que permite la simbiosis nostálgica que, desde la escisión de la magia primitiva en conocimiento, acción y trascendencia (es decir, en ciencia, técnica y religión), el ser humano quiere reencontrar para rearmonizar su existencia en equilibrio con los tres puntos del triángulo. Entre Dios y Legba se desarrolla la vida para los haitianos, un pueblo que tanto ha sufrido y que sin embargo sigue orgulloso de ser la primera república negra del Nuevo Mundo.

 

Glosario

Démapou: Toponimia formada por las palabras, De (dos) y Mapu (Ceibas).

Houmfor: Sitio ceremonial vodú, compuesto de tres partes: peristil, badji y djevo.

Yanvalou: Ritmo ritual y folclórico ejecutado con instrumentos de percusión, principalmente tambores.

Badjican: Aprendiz de oficiante.

Hontogui: Ejecutante de tambor en actos rituales.

Servant dlo: La que guarda el agua y el fuego dentro del houmfor. I
 

Vevé de Legba.

 

*Se halla adscrito al Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM.

 

Inserción en Imágenes: 14.09.18.

Imagen de portal: Tambor ceremonial vodú, Haití. Museo Nacional de Antropología, España.

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