El poder de la imagen ante el totalitarismo

Louise Noelle*
noelle@unam.mx

Exposición Frente al fascismo. El poder de la imagen ante el totalitarismo, Museo Memoria y Tolerancia, 2012

Exposición Frente al fascismo. El poder de la imagen ante el totalitarismo, Museo Memoria y Tolerancia, Ciudad de México, 15 de agosto-29 de octubre, 2012.

El 15 de agosto de 2012 se inauguró en el Museo Memoria y Tolerancia de la Ciudad de México la exposición Frente al fascismo. El poder de la imagen ante el totalitarismo, para celebrar el 75 aniversario de la creación del Taller de Gráfica Popular (TGP). La Academia de Artes, que tiene entre sus funciones promover y organizar exposiciones para divulgar la obra de sus miembros y sus acervos, se dio a la tarea de preparar esta muestra, con la curaduría de Louise Noelle y Cristóbal Jácome. El medio centenar de grabados sobre el tema provienen de las colecciones de la Academia, mismos que se acompañan de carteles y publicaciones del Ateneo Español, la Promotora Cultural Fernando Gamboa y el propio Museo Memoria y Tolerancia. Se trata de una muestra centrada principalmente en la crítica del nazismo y del franquismo; asimismo, se trata de una revisión de las creaciones gráficas en torno al poder totalitario.

El año de 1937 resulta fundamental para el arte mexicano en confluencia con el acontecer internacional. Por una parte, se inician los trabajos del Taller de Gráfica Popular en México; por la otra, tienen lugar graves acontecimientos en Europa: España está sumergida en el caos y la tragedia de la guerra civil; en abril Guernica es bombardada. También en ese año Alemania e Italia fortalecen su alianza: Benito Mussolini visita Berlín en septiembre, invitado por Aldolfo Hitler. Los alemanes endurecen sus políticas de segregación y se preparan para el Anschluss de principios de 1938. A su vez, los italianos participan de manera flagrante en la Batalla de Guadalajara; un año antes habían abandonado la Liga de las Naciones después de su fallida invasión de Abisinia.

Durante los años de gobierno del presidente Lázaro Cárdenas, un grupo de artistas provenientes de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR) promovieron la reflexión y reprobaron las cruentas políticas que propiciaba el fascismo y ponían en peligro la paz en Europa. Estos artistas se organizaron en torno al grupo de trabajo que hoy conocemos como Taller de Gráfica Popular, cuyos integrantes consideraban el grabado como una disciplina que debe servir a las mayorías; así, realizaron obras con un sentido netamente social y de servicio, encabezados por los fundadores del Taller: Leopoldo Méndez, Raúl Anguiano, Luis Arenal y Pablo O’Higgins. Es importante señalar que la Declaración de principios de este grupo establecía que debía realizarse “un esfuerzo constante para que su producción beneficie los intereses progresistas y democráticos del pueblo mexicano, principalmente en su lucha contra la reacción fascista”.

Tras la Revolución mexicana de 1910, el renacimiento de la pintura mural había estimulado el interés por el arte pictórico mediante expresiones paralelas en la gráfica. En el ejercicio de este género predominan aquellos artistas que plantean un compromiso definido en lo moral, lo intelectual y lo social, en consonancia con las luchas populares que se produjeron a partir de los movimientos armados, iniciados en 1910. Por tal motivo, realizan sus trabajos no con el fin de exponerlos en una sala de arte sino de distribuirlos por las calles y llevar su mensaje al mayor número posible de ciudadanos. Así, las técnicas utilizadas fueron variadas, desde las tradicionales y académicas, hasta las provenientes del periodismo o aquellas en las que incorporan nuevos materiales como el linóleo. Se establecieron así las bases para la riqueza actual de las artes gráficas en nuestro país.

F. Dosamantes, Soldados llevando a un herido, s/f, litografía.

Francisco Dosamantes, Soldados llevando a un herido, s/f, litografía. Archivo Academia de Artes.

Como se apuntó líneas arriba, llegado 1937, el grupo de artistas mexicanos que se reunió para fundar un “centro de trabajo colectivo”,[1] tenía como objetivo apoyar el desarrollo de las técnicas del grabado, a la vez que cooperar con organizaciones e instituciones culturales y populares. Resulta así evidente la concurrencia, en ese momento, del deseo de alcanzar un arte social y de las circunstancias internacionales que favorecen el surgimiento de una importante agrupación. Hojas volantes, carteles, grabados y publicaciones impresas fueron el tipo de trabajo realizado por estos comprometidos y entusiastas creadores. Muchas de estas obras se realizaron en papel de bajo costo y con tintas poco confiables, lo que explica las numerosas pérdidas, así como el estado de conservación precario de algunas piezas.

Entre 1937 y 1940, el grupo fue conocido como Taller Editorial de Gráfica Popular (TEGP). Además de sus fundadadores, formaron parte de él Ignacio Aguirre, Ángel Bracho, Jesús Escobedo, Isidoro Ocampo, Everardo Ramírez y Alfredo Zalce. Si bien no ha sido posible establecer la fecha precisa de su fundación, esta agrupación surgió del deseo de participar conforme a las premisas arriba expuestas, tomando en cuenta que la LEAR, donde militaron tanto Méndez como Arenal, había perdido fuerza y cohesión para esos años. En el TGP lo fundamental era la posibilidad de trabajar en un ámbito propicio, independiente de cualquier institución, para realizar obras “que se imprimían en una modesta prensa litográfica que tenía el abolengo de haber nacido en los días de la Comuna de París”.[2]

Resulta interesante revisar, así sea brevemente, el quehacer de algunos de los más destacados colaboradores del TGP, entre los más de doscientos artistas que integraron sus filas en algún momento o que se acercaron a él para realizar sus obras. Es sabido que con su fundación, dentro de un ambiente de camaradería y respeto, la producción de grabados creció exponencialmente; además, resultó significativa la participación de estos artistas en el diseño de carteles y la ilustración de diversas publicaciones.

Resulta entonces justo iniciar la lista con Leopoldo Méndez, quien nació en 1902 y murió en 1969 en la Ciudad de México. Méndez estudió en la Escuela Nacional de Artes Plásticas y se integró a la Escuela al Aire Libre de Chimalistac. Formó parte del grupo de Los Estridentistas en 1922. En 1928 formó parte de los editores del periódico 30-30 y fungió como jefe de la sección de dibujo del Departamento de Bellas Artes de la Secretaría de Educación Pública (SEP). Había sido miembro fundador de la LEAR, por lo que resulta lógico que fuera la fuerza motora del TGP, tanto por sus habilidades artísticas y técnicas como por su compromiso con las luchas populares.

Es indiscutible que la personalidad y los conocimientos prácticos de Méndez, aunados a su infatigable postura social, le permitieron erigirse como el líder del TGP; también resulta innegable que la activa presencia en 1941 de Hannes Meyer, antiguo director del Bauhaus, le otorgó al grupo una organización más certera, lo que facilitó el establecimiento de una editorial propia en 1942: La Estampa Mexicana. Asimismo, es de justicia resaltar el nombre de José Sánchez, el “admirable impresor que nos auxilió toda la vida”, sin cuyos conocimientos prácticos el grupo se habría visto en aprietos.

Chávez Morado, Embajada alemana, 1938, litografía.

José Chávez Morado, Embajada alemana, 1938, litografía. Archivo Academia de Artes.

Aquí es importante destacar que diversos miembros de la Academia de Artes pertenecieron al TGP. Es el caso de Raúl Anguiano, Alberto Beltrán, Elizabeth Catlett, Erasto Cortés Juárez, José Chávez Morado, Arturo García Bustos, Leopoldo Méndez, Adolfo Mexiac, Roberto Montenegro, Carlos Orozco Romero, David Alfaro Siqueiros y Alfredo Zalce.[3] De entre los fundadores, como ya se mencionó, sobresale la presencia de Raúl Anguiano, pintor, muralista y grabador, quien llegó a la Ciudad de México proveniente de su natal Guadalajara, y se integró a este grupo de artistas comprometidos. Sobre el particular, Anguiano señaló: “Yo realice la primera litografía que produjo el TGP; un retrato de Emiliano Zapata, líder de los campesinos sin tierra”. Asimismo, colaboró con el propio Méndez, Luis Arenal y Xavier Guerrero en la confección de la primera carpeta de litografías del TGP, La España de Franco (1938), dentro de la línea antifascista que el grupo había establecido desde sus inicios.

Por su parte, Alberto Beltrán fue un destacado dibujante y grabador que en su quehacer recurrió tanto a los medios convencionales como a la prensa; en efecto, trabajó como ilustrador de la revista Mañana y de los diarios El Popular, La Prensa, Excélsior, Novedades y, particularmente, El Día, donde colaboró por varios años. También ilustró diversos libros como 50 artistas opinan sobre el arte, Los mexicanos se pintan solos y Todo empezó en domingo, este último como una colaboración con Elena Poniatowska. Artista comprometido con las luchas sociales, siempre conservó una postura crítica e independiente, que corre paralela con la calidad de su cuantiosa obra.

En cuanto a Arturo García Bustos y Adolfo Mexiac, ambos han mantenido una producción constante en el arte del grabado, a la vez que se han ocupado de la pintura de caballete y mural. En las diversas expresiones plásticas por las que han transitado, la índole social de sus trabajos resulta evidente, aunque es posible señalar que en la gráfica han mostrado más claramente su militancia, como efecto de su participación en el TGP.

Probablemente otros integrantes del TGP, como Chávez Morado, Montenegro, Orozco Romero y Siqueiros sean más conocidos por su obra creada al margen de esta agrupación, especialmente la correspondiente al muralismo. Los integrantes de este movimiento habían apoyado el “Manifiesto del Sindicato de Trabajadores Técnicos Pintores y Escultores” de 1922. Este documento, redactado por el propio Siqueiros, probablemente el más aguerrido y lúcido del grupo, proponía glorificar “la expresión del Arte Monumental, porque es una propiedad pública”. En cierta forma, su presencia en el TGP subraya la idea de que el arte debe de ser para todos; a la vez, impulsa un conducto específic para la expresión del talento artístico, hecho que comprueban los grabados de Chávez Morado.

A. Beltrán, Lázaro Cárdenas y la guerra de España, c. 1937, linografía

Alberto Beltrán, Lázaro Cárdenas y la guerra de España, c. 1937, linografía. Archivo Academia de Artes.

La participación de los otros dos fundadores, Luis Arenal y Pablo O´Higgins, resulta fundamental en el desarrollo de esta institución; el primero tenía una relación de trabajo con Leopoldo Méndez, mientras que el segundo había llegado a nuestro país atraído por la fuerza del muralismo. Además, aunque se corra el riesgo de cometer olvidos, vale la pena mencionar algunos otros nombres de artistas integrantes del TGP: Ángel Bracho, Fanny Rabel, Francisco Dosamantes, José Luis Franco, Francisco Mora, Xavier Guerrero, Leticia Ocharán, Andrea Gómez, Gonzalo de la Paz, Antonio Pujol, Ignacio Aguirre y Fernando Gamboa. Este último tuvo una actividad importante en relación con la guerra civil española, aunque posteriormente su labor se inclinó más a la promoción del arte y de los artistas de México.

Finalmente, es importante resaltar el numeroso contingente de artistas extranjeros que militaron en el TGP. En ciertos casos se trataba de creadores interesados en los movimientos sociales, que surgieron a partir de la Revolución mexicana, y que se acercaron temporalmente tanto al muralismo como al grabado; otros emigraron a nuestro país huyendo de la barbarie de la guerra civil española y la segunda Guerra Mundial, e hicieron de México su residencia. Por ejemplo, huyendo de la contienda bélica en Europa, Hannes Meyer y su esposa Lena Bergner se asentaron en la Ciudad de México por una década. También resulta fundamental mencionar a Jean Charlot y Pablo O’Higgins, el primero como maestro de numerosos grabadores a partir de 1922 y el segundo como entusiasta fundador del TGP. Finalmente, algunos otros artistas, como Mariana Yampolsky y Carlos Mérida, cultivaron expresiones artísticas distintas del grabado. La primera destacó en la fotografía con temas de profundo contenido social y el segundo en la pintura y el muralismo. De otros artistas presentes en la exposición, como J. D. Egleson, Irving Kriesberg y Bob Mallory, se tienen pocas noticias incluso de su desarrollo posterior. En cierta forma, resulta válido plantear que  algunos creadores que participaron esporádicamente sean considerados “huéspedes” del TGP; en muchos casos estos artistas provinieron del extranjero.

Con la exposición en el Museo Memoria y Tolerancia de la Ciudad de México la Academia de Artes celebra no sólo el 75 aniversario del Taller de Gráfica Popular sino los 40 años de la integración de su colección de grabados como parte de su acervo. Efectivamente, en 1972 los integrantes de la recién creada Academia tuvieron conocimiento de una propuesta para adquirir el archivo del Taller de Gráfica Popular. Poco después, el entonces Secretario de Educación Publica, Víctor Bravo Ahuja, llevó a cabo la entrega del citado archivo. Tomando en cuenta que uno de los presupuestos de la creación del TGP fue “su lucha contra la reacción fascista”, resulta por demás apropiado el que se plantee ahora una revisión de este quehacer activo. Es una manera de reconocer que el trabajo comprometido y visionario de estos grabadores forma parte de la riqueza plástica del México actual. Cabe agregar que siete de los artistas cuya obra está presente en la muestra han sido miembros de la Academia de Artes: Raúl Anguiano, Alberto Beltrán, José Chávez Morado, Arturo García Bustos, Leopoldo Méndez, Adolfo Mexiac y Alfredo Zalce.

La exposición Frente al fascismo. El poder de la imagen ante el totalitarismo se estructuró en seis partes, mismas que corresponden al desarrollo museográfico de las salas de exhibición. La muestra se inició con un “Preámbulo” sobre el aniversario del Taller de Gráfica Popular. Continuó con “Emblema” y “Leviatán”, donde se analizaron tanto los símbolos de los gobiernos fascistas como la presencia destructora de sus líderes. Los dos siguientes capítulos se intitulan “Testigos de la batalla” y “Ante el dolor”. En ellos se expusieron los cruentos enfrentamientos europeos y la barbarie de los regímenes totalitarios. En seguida se hallan las “Alegorías fascistas” y la realidad que derivó en “Melancolía y victoria”. El conjunto desembocó en una sala dedicada a “Carteles”, en especial aquellos que apoyaban los diversos actos de la comunidad española refugiada en México. Se incluyeron además una serie de publicaciones de la época, entre las que sobresale el tristemente célebre Libro negro del terror nazi.

Anguiano, Francisco Franco, 1938, litografía

Raúl Anguiano, Francisco Franco, 1938, litografía. Archivo Academia de Artes.

Con motivo de la exposición se editó un catálogo con textos de Cristóbal Jácome Moreno, Linda Atach Zaga (coordinadora de exposiciones temporales del Museo), Dafne Cruz Porcini, Héctor Orestes Aguilar y quien esto escribe. Para ello se contó con el apoyo del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. La museografía estuvo a cargo de Ignacio Vázquez Paravano, y la coordinación por parte de la Academia de Artes fue responsabilidad de Raquenel Treviño.

 

Explicación de los apartados de la exposición

Cristóbal Jácome Moreno
canndres@hotmail.com

Emblema

En la cúspide del sistema de representación fascista está el potencial simbólico del emblema. Capaz de sintetizar las connotaciones políticas de orden y control, el código visual es el vínculo entre régimen y sociedad. El emblema más propagado del fascismo y con el cual se seguiría identificando hasta la fecha, es la cruz suástica. En respuesta al poder de este emblema, los artistas del TGP destruyeron su imponente estatuto y lo convirtieron en una maquinaria para la tortura y el castigo. El icono trastocado, plantea el inicio de una secuencia de fracturas y destituciones de la fuerza totalitaria.

Leviatán

El Leviatán, coloso bíblico de poder imperturbable, descomunal en fuerza y escala, es referente para la construcción en imagen del soberano fascista. En las tramas del fascismo, la figura del Leviatán se levanta sobre las masas conduciéndolas a intensificar su propio dominio. Para el TGP, la destitución del soberano está representada con base en la alteración de sus características corpóreas y un énfasis crítico en el gesto que significa su enaltecimiento.

Á. Bracho, ¡Victoria! Los artistas del Taller de Gráfica Popular nos unimos…, 1945, litografía

Ángel Bracho, ¡Victoria! Los artistas del Taller de Gráfica Popular nos unimos…, 1945, litografía. Archivo Academia de Artes.

Testigos de la batalla

En el terreno de la imagen, el combate contra el fascismo se liberó frente a frente. Gracias al ímpetu de lucha de los artistas del TGP, la fuerza fascista es derrocada desde el plano gráfico. A su vez, hacer visible el conflicto bélico implicó hacer partícipes a los grabadores de la propia batalla. Destaca, a manera de icono del conflicto armado, la figura del soldado, ya sea en la línea de fuego o vencido por las armas.

Ante el dolor

Se debe al fascismo la producción de la imagen del dolor en el siglo pasado. El sometimiento y control del poder sobre el cuerpo humano al punto de llegar a los genocidios acontecidos en Auschwitz, hicieron del fascismo el principal productor de la representación del terror y el duelo. Así, son presentados escenarios de la pesadilla totalitaria, en los cuales el TGP tuvo como intención evidenciar los alcances del horror.

Alegorías fascistas

Parte del gran poder del fascismo consiste en representarse simbólicamente. Basado en la crítica a los atributos a los que el fascismo estuvo asociado, entre ellos el orden clásico arquitectónico, las bayonetas, los aviones de guerra y la perpetuación del régimen por medio de la infancia, el TGP realizó una crítica que desestabilizó su posición de poder. Se quiso con ello vencer al fascismo en su expresión alegórica, la cual resultaba fascinante para muchos grupos sociales.

Melancolía y victoria

El ambiente de posguerra conduce, de acuerdo con Leopoldo Méndez, a un estado melancólico. Siguiendo la convención de la melancolía pautada por Alberto Durero en el siglo XVI, Méndez reinterpreta el tema y lo lleva al fin de la guerra en 1945. En el mismo año, Ángel Bracho declara victoria sobre el fascismo. Así, melancolía y júbilo enmarcan el contexto inmediato al terminar el Apocalipsis fascista.

Zalce, Fascismo, 1938, litografía

Alfredo Zalce, Fascismo, 1938, litografía. Archivo Academia de Artes.

Carteles

La sección destinada para carteles reúne material que fue dispuesto para los actos de ayuda a la comunidad de refugiados españoles. Desde 1937, fueron organizadas diversas actividades en beneficio de la comunidad española que se había establecido en México al momento del ascenso de Franco al poder.  Si bien no son propiamente del TGP, estos carteles comparten en buena medida el sentido de la gráfica antifascista realizada por los artistas del Taller.

 

* Investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM.

 

Inserción en Imágenes: 23.10.12.

Imagen de portal: Raúl Anguiano, Nazismo, 1938, litografía. Archivo Academia de Artes.

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[1] El Taller de Gráfica Popular. Doce años de obra artística colectiva, Editor Hannes Meyer, México, La Estampa Mexicana, 1949, p. I
[2]Arturo García Bustos en La gráfica en México, México, Academia de Artes, 1999, p. 6
[3]De las publicaciones sobre el tema del grabado y el TGP editadas por la Academia de Artes se pueden mencionar: Raúl Anguiano, El grabado mexicano en el siglo XX, 1998; Arturo García Bustos, Adolfo Mexiac, Alberto Beltrán y J. Jesús Martínez, La gráfica en México, 1999; Arturo García Bustos, Meditaciones acerca del arte, 1995; y J. Jesús Martínez, Un breve recorrido por el grabado en México, 1994. Así como Erasto Cortés Juárez. Obra retrospectiva de grabado, Academia de Artes-INBA, 1970, y Leopoldo Méndez (1902-1969), Academia de Artes-INBA, 1970. Además está el libro de Leonor Morales, Arturo García Bustos y el realismo de la Escuela Mexicana, México, Universidad Iberoamericana, 1992.