El peso de los cuerpos

Silverio Orduña Cruz*
silverioorduna@gmail.com

 

Compañía Cuatro X Cuatro, en país GRAVEDAD, coreografía de Shantí Vera. Estrenada en el Teatro del Palacio de Bellas Artes, Ciudad de México, 2016. Foto: Rodrigo Valero-Puertas.
 

LA PRIMERA IMAGEN: quince tanques de gas, pintados de blanco, penden del techo del teatro a diferentes alturas, distribuidos en todo el espacio escénico. La evocación es casi inevitable: latencia de peligro, de explosión e incendio: vulnerabilidad. La última imagen: un cuerpo de pie, en calma, cerca del proscenio; el diseño sonoro se modifica y se escuchan ciertos sonidos ambientales que van cambiando hasta desembocar en una melodía de marimba, quizá un recuerdo grato del estado de Veracruz. Pese a toda la violencia y el horror. En país GRAVEDAD (2016), coreografía de Shantí Vera estrenada en el Palacio de Bellas Artes el 23 de julio, se explora, mediante un juego formal y geométrico, el vínculo físico que el cuerpo establece con la fuerza de atracción hacia la Tierra, pero también se reflexiona acerca de una condición grave, del peso simbólico que las corporalidades reclaman frente a la urgencia de aparecer y posicionarse políticamente en el espacio.

Producida dentro del laboratorio escénico Cuatro X Cuatro, compañía formada en la ciudad de Xalapa, Veracruz, en 2007, esta obra coreográfica emplea una serie de estrategias corporales muy sencillas para componer su discurso: caminar, correr, desplazarse en círculos y líneas rectas a diferentes velocidades, en reversa, permanecer de pie o tendido en el suelo. Los trazos que se van formando conforme transcurre la obra generan relaciones de aproximación o lejanía entre los cuerpos y su emplazamiento en el escenario; de esta manera establecen correspondencias entre las trayectorias o ubican puntos de fuga y tensión. En país GRAVEDAD el simple acto de atravesar el escenario en una diagonal, caminando, se torna potencialmente significativo para pensar cómo un solo cuerpo divide un lugar, señala un límite o construye un territorio. Mientras que la complejidad se hace evidente cuando un conjunto de individuos se trasladan al mismo tiempo, aun en distintas direcciones y con ritmos variados, reiterando una circunferencia y ampliando su propio espacio para organizar un espacio social.
 

país GRAVEDAD, coreografía de Shantí Vera, 2016. Foto: Rodrigo Valero-Puertas.
 

La pieza se esfuerza por vaciar al cuerpo de sentidos obvios que en ocasiones detonan los movimientos, conforme a ideas que se imponen por encima del saber cinético para narrar o ilustrar por medio de relatos o atmósferas emotivas. El coreógrafo prefirió apostar por los significados, a veces más vastos, que sugiere la genuina acción de moverse o permanecer inmóvil en un sitio específico. Por su parte, los creativos en escena, Manuel Estrella, Sendic Vázquez, Víctor Villasana, Arturo Lugo, Melva Olivas, Nadia Lartigue, Melissa Herrada y el propia Vera, tienden a “escuchar” su cuerpo en el instante en que generan el movimiento. En los breves fragmentos plenamente bailados de país GRAVEDAD, donde la fisicalidad de la danza toma fuerza, surgen secuencias fluidas y a la vez contundentes que permiten intuir la gran capacidad interpretativa y el autoconocimiento corporal de los performers para ir creando espacio al extenderse e irradiar su propia energía. ¿Hasta qué punto el coreógrafo toma el papel de incitador, y no de dictador, para desbordar los límites del intérprete? ¿Qué tácticas utiliza para propiciar el disenso?

En la puesta en escena también participan Manuel Estrella con la música original y el diseño sonoro; Arturo Lugo, del proyecto Amplio Espectro, con la instalación escenográfica y el diseño de vestuario; y Jésica Elizondo, a cargo del diseño de iluminación. país GRAVEDAD logra una coherencia plástica a través de sus elementos visuales: los tonos blancos de las luces y la paleta de colores neutros en el vestuario, además de los referentes geométricos que coinciden y resaltan tanto en la coreografía como en los motivos de la ropa, en una especie de llamada al suprematismo de Kazimir Malévich. Destaca el trabajo de Elizondo, una de las iluminadoras actuales más prolíficas de la danza en México, quien consigue enmarcar al cuerpo, delimitar los espacios para apuntalar las ideas que devienen del movimiento y su escritura durante el hecho escénico. Además de aglutinar la relación luz-oscuridad con los requerimientos técnicos y formales de la obra, permite que la propia luz sea un agente activo en el espacio-tiempo.
 

país GRAVEDAD, coreografía de Shantí Vera. Foto: Rodrigo Valero-Puertas.

 

país GRAVEDAD. Foto: Rodrigo Valero-Puertas.
 

El silencio y la inmovilidad son los dos aspectos más potentes de esta coreografía de Shantí Vera. A la par del desarrollo de una estructura de movimiento, país GRAVEDAD abre la posibilidad coreopolítica de detenerse. En una de las escenas intermedias, una intérprete queda sola, de pie, en el escenario. La luz y las miradas se concentran en ella; el tiempo se alarga tanto que provoca una poderosa y nerviosa tensión en todo el teatro. No sucede nada más que el paso de los segundos, los cuales se transfiguran en persistencia. Un cuerpo, vulnerabilidad encarnada, que persiste. Vera expone su postura en la escena y la enuncia en el programa de mano: “Esta pieza habla del cuerpo como tema absoluto en un país en el que se rompen y se desaparecen cuerpos; habla sobre la urgencia de darle la bienvenida al silencio en un país con demasiado ruido.” Dedicada a la memoria de su hermana Nadia, la obra de Shantí Vera instala un fuerte enlace afectivo con el espectador, quien al participar en la percepción del cuerpo, estimula al mismo tiempo la crítica contra la imparable violencia de Estado.

La estrategia de parar el movimiento se repite en otra escena, pero esta vez con los ocho cuerpos que participan en el montaje. De esta manera, el sentido de aparición individual se modifica para dar lugar a un conjunto de corporalidades sobre el escenario que, inmóvil, desdobla reflexiones sobre cómo se construye una comunidad y las maneras en las cuales se hacen visibles las organizaciones sociales. ¿Es necesaria la acción, el despliegue cinético de los cuerpos? ¿Qué implicaciones políticas se hallan en el silencio, en la calma? ¿Qué significa permanecer inmóvil en medio del proyecto acelerado y violento de la modernidad y el capitalismo? En país GRAVEDAD la quietud no es igual a la incapacidad de moverse, sino a la posibilidad de aparecer y señalar el peso de los cuerpos. Pese a toda la violencia y el horror. I
 

país GRAVEDAD, coreografía de Shantí Vera. Foto: Rodrigo Valero-Puertas.

 

*Maestro en Historia del Arte por la UNAM.

 

Inserción en Imágenes: 22.08.16.

Imagen de portal: país GRAVEDAD, coreografía de Shantí Vera. Teatro del Palacio de Bellas Artes, Ciudad de México, 2016. Foto: Rodrigo Valero-Puertas.

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