La perfecta contemporaneidad de Antares

Alberto Dallal*
dallal@unam.mx
 

Antares Danza Contemporánea. Las buenas maneras, coreografía de Miguel Mancillas. Foto: Ricardo León.
 

LA COMPAÑÍA DE DANZA contemporánea Antares (con sede en Hermosillo, Sonora) ofreció el 26 de julio en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris (Ciudad de México) una presentación de Las buenas maneras, magna coreografía reciente de Miguel Mancillas, construida en una sola pieza que podríamos calificar de imperturbable por su elaboración, bien pensada y sólidamente montada.

Mancillas se interesó por ocupar el espacio completo y vacío del escenario de este teatro de abolengo y logró absorberlo gracias al intachable desempeño de su disciplinada compañía. Sólo tendió elementos escenográficos en el lado derecho (escalinatas o gradas funcionales) y al fondo ligeros o fingidos “roperos” o puertas que utilizaron para vestirse los cuerpos transformistas de sus disciplinados bailarines... Mancillas aprovechó entero ese antiguo escenario de múltiples proezas históricas, lo ocupó a cabalidad mediante una obra sin resquicios, sin descansos visuales ni concesiones al público, esta vez alelado y sometido. Antares comprueba nuevamente que constituye una impecable, actualizada compañía de danza contemporánea. No hay detalle durante la pieza para dudarlo. Mancillas ha diseñado un montaje para el escenario todo; lo ha “llenado” (dominándolo)  de manera limpia, firme y ejemplar.

No hay resquicios o remiendos: Mancillas sabe como nadie que la danza contemporánea actual debe absorber como ningún otro arte los avances de la civilización hasta la fecha: los cuerpos femeninos asumen iguales valores y alcances que los masculinos. La producción dancística de este coreógrafo sigue siendo contemporánea porque presta atención a lo que acaece en el mundo y lo toma para sí, en particular en lo referente al campo de esta modalidad de danza: liberación femenina, reconocimiento de igualdad entre los sexos, participación colectiva en los acontecimientos… trazos de amor y violencia colectiva. Las buenas maneras ofrece entonces idénticos alardes físicos entre bailarinas y bailarines que se traducen en el escenario en diseños probatorios, en ejercicios de firmeza, velocidad, agilidad, un desempeño idéntico de los ejecutantes. Ellas se visten de hombres, ellos de mujeres. Los tiempos que corren indican, como en la vida social y el deporte, en la guerrilla y las manifestaciones, iguales controles de la técnica, iguales capacidades de expresión de bailarines y bailarinas, idénticos derechos y obligaciones, acciones y testimonios... Los alardes dancísticos de todos en el escenario así lo indican.
 

Antares Danza Contemporánea. Las buenas maneras, coreografía de Miguel Mancillas. Foto: Gabino Guerrero.
 

La música que Mancillas adaptó para lograr la unidad completa de la obra (Totentanz y fragmentos de Dante Sonata de Franz Liszt) funciona con notable especificidad para los requerimientos del diseño que el coreógrafo impone: cargadas de hombres por mujeres, cuerpos en estructuradas pruebas de velocidad (dancística), secuencias de encuentro amoroso o sexual, separaciones tenues o violentas de las parejas (notable, vertiginosa, nada simbólica, repetitiva erradicación del ajuste amoroso); todos los bailarines y bailarinas realizando tales ejercicios calzando tacones altos (en la primera parte) o zapatos y trajes de corte masculino (en la segunda parte). La compañía entera se vistió y desvistió a la vista del público como acciones de la obra y del des-hechizo (el mensaje directo) de contemporaneidad que la obra contiene y sostiene: fenómeno que todos observamos cotidianamente en la realidad social actual en variados niveles de la existencia, en todas las ciudades del mundo. Una audacia perfectamente lograda mediante los giros y soluciones coreográficas, los alardes que la danza contemporánea actual nos ofrece (e impone especialmente a los profesionales) mediante ejercicios sin límite: tenues o fuertes, notables actos de amor, discusiones entre los sexos, acoplamientos, actitudes, ejercicios, sensaciones, ofrecimientos, luchas y logros y, a veces, caídas y estrujamientos dinámicos, vertiginosos vuelos espaciales. Siempre la evidencia de que los cuerpos humanos, sean de hombre o de mujer, trastabillantes o fogosos, expresivos, evasivos o directos, nos conducen a una singular, recientemente alcanzada, atractiva igualdad entre posibilidades, afinidades y certezas.

Mancillas ha sido siempre riguroso en la exposición de sus dibujos y diseños y de los cuerpos de sus bailarines. Con el dominio certero de este escenario pleno y completo (ya no medido por los alcances de la iluminación) sacia su compleja (a veces implacable) sed organizativa y creativa, en colaboración con una compañía tan bien estructurada y profesional que ya debe prescindir, al “caer el telón” (simbólicamente), de los aplausos que bailarines, tan bien portados, le dedican al público. Antares y el público merecemos, asimismo, la impresión de un programa de mano profesional, hecho y derecho, de parte del “productor” de este Teatro de la Ciudad. I
 

Antares Danza Contemporánea. Las buenas maneras, coreografía de Miguel Mancillas. Foto: Edith Reyes.

 

*Investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM.

 

Inserción en Imágenes: 26 de agosto de 2019.

Imagen de portal: Antares Danza Contemporánea. Detalle. Foto: Ricardo León.

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