La parroquia de la Santa Veracruz: del esplendor al abandono

Martha Fernández*
marafermx@yahoo.com
 

Parroquia de la Santa Veracruz. Litografía de Murguía. Tomada de Manuel Rivera Cambas, México pintoresco, artístico y monumental. Vistas, descripción, anécdotas y episodios de los lugares más notables de la capital y de los estados, aun de las poblaciones cortas, pero de importancia geográfica o histórica [1ª ed., 1882], 3 tt., ed. facsimilar, México, Editorial del Valle de México, 1981, t. I, entre páginas 461-462.
 

EN AGRADECIMIENTO POR haber arribado en 1519 al puerto que llamaría de la Vera Cruz, Hernán Cortés fundó, en la Ciudad de México, una archicofradía a la que bautizó igualmente con el nombre de La Cruz. Según Manuel Rivera Cambas, ya existía en el año de 1526, por lo que su fundación debió de ser de las más tempranas de la capital. Esa asociación estuvo constituida “por las personas más notables de la ciudad. Solicitaron desde luego su ingreso los títulos de Castilla y los mayorazgos, y se les admitió sin réplica; al virrey se le tuvo como jefe nato de tan aristocrática hermandad.” Los cofrades decidieron tener el carácter de orden militar, “tal y como los de Calatrava, Montesa, Santiago y Alcántara, y se daban el título pomposo de Caballeros de la Santa Veracruz y sobre el pecho usaban muy ufanos unas cruces rojas”.[1] Sus primeros estatutos fueron aprobados el 30 de marzo de 1527 por el vicario general del reino, el fraile dominico Domingo de Betanzos, pero para el año de 1714 fueron reformados y de nuevo aprobados por el doctor Carlos Bermúdez de Castro, provisor del arzobispado.[2]

Al principio la hermandad levantó una pequeña ermita, pero al poco tiempo los caballeros solicitaron al Ayuntamiento terrenos para fincar iglesia y hospital, de manera que el 31 de julio de 1527,[3] el Cabildo les otorgó dos solares fuera de la “traza” de la ciudad o, como se decía en aquel tiempo, “extramuros” de ella, sobre la antigua calzada de Tlacopan, junto a tres árboles secos que ahí había y en medio de un caserío de indios. Primero fue solamente una capilla de culto privado para los cofrades, hasta que, ante la imposibilidad de que el Sagrario de la Catedral Metropolitana atendiera a toda la población indígena y española de la recién fundada capital de la Nueva España, el arzobispo Alonso de Montúfar decidió instituir dos parroquias más en el año de 1568: la de Santa Catalina de Siena, al norte, y la de la Santa Veracruz, al poniente.[4] Para oficializar el cometido, el arzobispo colocó el Santísimo Sacramento en la iglesia el 5 de diciembre de ese año y nombró curas a Toribio de Brizuela y Julio Gutiérrez, vecinos de México.[5]

Entre los privilegios concedidos a la Archicofradía de los Caballeros por los jerarcas de Roma se encuentra una bula que expidió el papa Gregorio XIII el 13 de enero de 1573, por la que se concedió que fuera agregada a la Cofradía del Cristo de San Marcelo, “con participación de todas sus gracias e indulgencias, con más una indulgencia de cien días, concedida a los fieles que, visitando la devota imagen de Cristo de la Archicofradía, consiguieran que se les descubriese, de donde tuvo origen el tenerla cubierta con un velo y mostrarla descubierta solamente los miércoles de cuaresma”,[6] de donde debió de haber surgido su advocación como el Cristo de los Siete Velos que todavía se venera en el lugar. En 1777, Juan de Viera la vio en un fanal “bajo de hermosos cristales y coronado de finísima plata de mucho peso, y clavos de lo mismo”; de acuerdo con su versión, la “envió a este reino el emperador Carlos V, reciente la conquista”.[7] Ahora sabemos que esa noticia no es más que una piadosa tradición porque la escultura, que data del siglo XVI, está realizada en pasta de caña de maíz, por lo que debió de haber sido moldeada por artistas indígenas locales.
 

Parroquia de la Santa Veracruz. Portada principal. Foto: Martha Fernández, 3 de octubre de 2017.
 

En la misma parroquia se fundaron otras cofradías, como la del Santísimo Sacramento, gracias a una bula del mismo Gregorio XIII, del 25 de octubre de 1582, agregada a la de San Lorenzo en Dámaso de Roma. En 1591 y 1593, respectivamente, los papas Inocencio IX y Clemente VIII “concedieron privilegio de altar de ánima en que estuviera la imagen de san Lorenzo, y por eso lo fue por muchos años el principal de esta iglesia”. Igualmente, la Archicofradía de los Caballeros fundó otra hermandad, cuyo objetivo era rendir culto especial al Cristo de los Siete Velos, culto que consistía en celebrar una misa cantada todos los viernes del año, “en la cual ardían doce luces al tiempo que la imagen estaba descubierta. Después de la misa se cantaba la letanía y, concluida, se corría el velo.”

El 2 de diciembre de 1657 se estableció la Congregación de San Francisco Javier, y en el año de 1660 se dedicó su capilla. La imagen adquirió fama de ser muy milagrosa, por lo que el santo fue jurado patrón de la Ciudad de México el 23 de noviembre de 1660. Según refiere Juan de Vieira, obró muchos prodigios que se habían autentificado, “como es el haberle hallado mojada la ropa y enlodada en tiempo de las inundaciones, y asimismo los zapatos sin otros infinitos prodigios que ha hecho y está haciendo”.[8] Anexa a esta hermandad estuvo también otra llamada de la Concordia, cuya patrona era Nuestra Señora de la Salud, que tenía su altar en el lado de la epístola de la capilla.

En el año de 1707 se fundó también en la parroquia una Cofradía de Esclavos del Santísimo Sacramento; asimismo, en el siglo XVII se fundó otra corporación para “negros, pardos, mulatos, morenos y castas”, con el título de Santa Cruz y Lágrimas de San Pedro, aunque la gente la conocía como Cofradía de los Pardos. Su altar se ubicó en el crucero del lado del evangelio y su escultura central era un Cristo crucificado sobre el que había una imagen de san Pedro; tuvo una “lámpara de plata, con peso de 11 marcos, hecha en tiempo del cura don Tirso Díaz”. Finalmente, en la capilla del Sagrario, se erigieron dos cofradías más: la de Jesús Nazareno y la de los Dolores y Santo Rosario.[9]

Sin embargo, eso no es todo; José María Marroqui cuenta que, al no poder sostenerse tres cofradías fundadas en la iglesia de Nuestra Señora de la Misericordia, tuvieron que refugiarse en la parroquia de la Santa Veracruz, pero reunidas en una sola con el título de Muy Ilustre Piadosa y Santa Cofradía de la Doctrina Cristiana y Santos Desagravios de Cristo Nuestro Señor, que había sido fundada el 22 de julio de 1732.[10] En opinión del autor, esta cofradía fue la encargada de acompañar a los reos condenados a pena capital “los tres días que se les concedían para que se prepararan a la muerte; tres días llamados de capilla”. Les llevaban la imagen del Señor de la Misericordia y con los prisioneros comían y pasaban las noches en vela y también iban con ellos a comulgabar; “su ocupación en ese tiempo era prepararlos para la buena muerte, tomando como base de esa preparación la enseñanza de la doctrina cristiana”. Después los acompañaban al patíbulo llevando delante “la imagen de Jesucristo, vuelta hacia el ajusticiado, y a los lados de la imagen dos tablas ovaladas, en las cuales se leían los mandamientos de Dios y de la Iglesia”. Igualmente, parece que fue esa hermandad la encargada de proveerles la sepultura; además, corría con los gastos de velas, misas, mortaja, cargadores y cajón. Cuando la justicia ordenaba mutilar los cuerpos, cortándoles manos y cabezas, los hermanos se encargaban de poner estas partes donde les ordenaban, que generalmente eran los lugares donde los criminales habían cometido el delito, y después de un tiempo prudente recoger las partes y sepultarlas junto con los cuerpos a los que habían pertenecido.[11] El mérito de esta obra de caridad lo reclamó la Archicofradía de los Caballeros, razón por la que, cuando la costumbre decayó por falta de recursos económicos y los cadáveres eran sepultados envueltos en petate, la gente le puso el sobrenombre de Archicofradía del Petate.[12] No obstante, esa actividad también tuvo como consecuencia la fundación de una cofradía más en la parroquia de la Santa Veracruz, la de Ánimas del Purgatorio, establecida el 7 de julio de 1763, a la que se destinó el altar de la Preciosa Sangre de Cristo, que se adornó con un lienzo de la Resurrección del Señor, “alusivo a la doctrina de la madre Ágreda, que asienta que ese día libertó el Señor del Purgatorio a todas las almas que en él estaban”.[13]
 

Parroquia de la Santa Veracruz. Fachada lateral. Foto: Martha Fernández, 17 de mayo de 2009.
 

Pero esta iglesia también fue muy importante durante la época virreinal porque en cada ocasión que la desgracia asolaba a la ciudad, como en tiempos de sequía o de excesivas lluvias, o en ocasión de sismos y de pestes, acogía a la Virgen de los Remedios, que se bajaba en procesión desde su templo que se encontraba, como ahora, en Naucalpan. La parroquia de la Santa Veracruz era el sitio donde se llevaba a la Virgen antes de ser trasladada a la Catedral para realizar diversos rituales, como misas, rogativas y procesiones que tenían por objeto pedir su intercesión ante Dios para que hiciera el milagro de aliviar el mal que aquejaba en ese momento. La misma parroquia era también el último lugar que recibía a la Virgen, antes de regresarla, nuevamente en procesión, a su santuario.

Según cuenta Artemio de Valle Arizpe, después de la Independencia el rector de la Archicofradía fue José Joaquín de Iturbide, padre de Agustín de Iturbide, y a quien el congreso constituyente le había otorgado el título de príncipe de la Unión el 22 de junio de 1822. De igual manera, “cuando vino la República, esa hermandad se llamó Muy Ilustre Archicofradía de Ciudadanos de la Santa Veracruz y por entonces también fue su jefe –ya no se le decía rector– don Miguel Antonio Fernández y Félix o sea don Guadalupe Victoria, primer presidente de México”.[14]
 

Parroquia de la Santa Veracruz. Portada lateral. Detalle. Foto: Martha Fernández, 3 de octubre de 2017.
 

A lo largo de los siglos XVI y XVII, la iglesia construida bajo el patronato de Hernán Cortés fue motivo de ampliaciones, reparaciones y reconstrucciones; por ejemplo, el 28 de febrero de 1678 el arquitecto Cristóbal de Medina Vargas firmó una escritura por la que se comprometió a reconstruir la capilla del Sagrario para la Cofradía de Jesús Nazareno, que debía entregar en catorce meses, esto es, para el mes de abril de 1679.[15] Del mismo modo, en el año de 1728 la parroquia debió tener reparaciones de cierta consideración porque se reestrenó el día 14 de octubre de ese año.[16] Pero esa antigua iglesia ya no resistió mucho más y tuvo que ser reconstruida; la obra se llevó a cabo de 1759 a 1764 para dejarla como la vemos en la actualidad. Así consta en la inscripción que se abre sobre el arco de la portada sur, que a la letra dice: “Se dio principio a la fabrica de esta iglesia en diez de mayo del año de 1759 [a] expensas de la Muy Ilustre Archicofradia de Cavalleros [siendo rector el S]eñor D. Andres Francisco de Quintela en 13 [de Septiembre] del año de 1764, siendo Rector el Señor D. Diego Garcia Bravo se dedico con la mayor solemnidad a costa de la misma Archicofradia a la SSma Cruz y fue el esclarecido Patron San Blas Obispo de Sebasti”.[17]

La fiesta de la dedicación fue muy lucida. Comenzó con la invitación a los vecinos de la ciudad el día 8 de septiembre, y para eso, se organizó “un paseo de jóvenes a caballo, enmascarados, ricamente ataviados, compuesto de cuatro grupos, representando cada uno en las máscaras y trajes una de las cuatro partes del mundo, entonces conocido”, esto es, los cuatro continentes: Europa, Asia, África y América. Estos jóvenes repartieron un soneto alusivo a la ceremonia que se llevaría a cabo el 14 del mismo mes. Ese día, en la mañana, hubo cohetes y repique de campanas, y por la tarde se realizó una procesión que llevó de la Catedral a la parroquia al Santísimo Sacramento. En la proceción participaron cofradías de diversos gremios, órdenes religiosas, autoridades civiles y eclesiásticas, así como “una compañía de infantería del Real Palacio”. De acuerdo con José María Marroqui, llevaron también las imágenes de san Pedro, san Blas y la Santa Cruz. Asimismo, “se estimó en $45 000 el valor de las joyas que llevaban”. Como era costumbre, se celebró un novenario y la fiesta de cada día la organizó y costeó una corporación diferente; el primer día, lógicamente, la hizo la Archicofradía de los Caballeros; el segundo, el Ayuntamiento; el tercero, la Real Universidad, “y asistió el claustro todo”; el cuarto, los oficiales de la Real Hacienda; el quinto, el Tribunal del Consulado; el sexto, la congregación de San Francisco Javier; el séptimo, los frailes de San Juan de Dios; el octavo, la misma Archicofradía de los Caballeros, y el noveno, la Cofradía de los Pardos.[18]

Sus portadas y sus torres se levantaron después. De acuerdo con una placa que está al lado de la portada principal, “se construyeron esta Portada y Torres a expensas de los Señores que Componen la M. Y. Archicofradia de Cavalleros, en el año de 1776, siendo Rector el Señor Conde de la Torre de Cossio Cavallero professo en el orden de Calatraba. Coronel de el Regimiento Provincial de Ynfanteria de Toluca y Consul actual del Real Tribunal del Consulado de este Reyno.” Esta obra estuvo a cargo del arquitecto Ildefonso de Iniesta Bejarano, autor de otras obras tan relevantes como la portada del templo de San Francisco Javier de Tepotzotlán.[19] La casa parroquial, en cambio, fue levantada por el arquitecto Lorenzo Rodríguez, constructor del Sagrario Metropolitano.[20] Otra inscripción, ésta en memoria de Ignacio López Rayón, tiene la fecha de 16 de septiembre de 1899. Es de mencionarse que en esta parroquia se encuentra sepultado el artista valenciano Manuel Tolsá, recordado por obras como el Palacio de Minería y el muy famoso Caballito.
 

Parroquia de la Santa Veracruz. Vista de conjunto desde Avenida Hidalgo. Foto: Martha Fernández, 3 de octubre de 2017.
 

La iglesia se halla dispuesta de oriente a poniente; tiene planta de cruz latina, con su coro alto y su presbiterio con ábside plano. Sus bóvedas son baídas con nervaduras sobrepuestas y decoradas, y su cúpula es de planta octagonal, rematada por una linternilla. Según Manuel Rivera Cambas, todavía en el siglo XIX la iglesia lucía ocho retablos, incluido el del altar mayor.[21] Tiene, además, una capilla dedicada a san Francisco Javier, seguramente sucesora de la que tuvo la iglesia del siglo XVII, en la que se levanta un retablo estípite de dos cuerpos: en el inferior, un lienzo de la Virgen de Guadalupe; al centro y en los nichos, las imágenes de san Pedro y san Pablo. En el segundo cuerpo, una escultura de san Francisco Javier custodiado por los arcángeles Miguel y Gabriel. Los muros laterales están decorados con azulejos. En la capilla se conservan siete pinturas con la vida del santo atribuidas a Miguel Cabrera.[22] Además, en la iglesia se encuentran un san Cristóbal, firmado por Mateo Correa en 1713, y una alegoría del Monte Carmelo. En el siglo XX las ventanas se cubrieron con vitrales y se le dotó de un órgano para las celebraciones litúrgicas.

Por el exterior, todos los muros se encuentran cubiertos con tezontle y tiene dos portadas: la principal, al poniente, se localiza en la plaza de la Santa Veracruz; tiene dos cuerpos con estípites ornamentados; en el primer cuerpo se abre el arco que da ingreso a la iglesia con una puerta flanqueada por un par de estípites ornamentados; de su cornisa cae una guardamalleta de cinco puntas muy ornamentada. En el segundo cuerpo se encuentran una cruz y la ventana coral de forma ovalada, flanqueadas también por pilastras estípites y bordeadas, además, por remates piramidales. La cornisa que remata el imafronte es mixtilínea y al centro presenta una imagen de la Caridad, una de las tres virtudes teologales. Las torres que la flanquean tienen dos cuerpos de planta cuadrada, pero el segundo cuerpo de cada una tiene las esquinas achaflanadas, con lo que se convierten en octagonales. Ambos niveles son almohadillados y están rematados por cúpulas cubiertas con azulejos sobre las que se apoya una cruz.

La portada lateral se encuentra sobre la calle que hoy lleva el nombre de Avenida Hidalgo. Su arco de ingreso es de medio punto y también está limitado por un par de estípites; sus enjutas se encuentran profusamente decoradas y sobre ellas está la inscripción con los datos de la construcción de la iglesia que he citado antes, tallada en una placa ornada por una moldura mixtilínea decorada con conchas. Su cornisa remata en un frontón abierto, constituido solamente por un par de roleos que dan paso al segundo cuerpo en el que se abre un nicho, con la imagen de san Blas, flanqueado por estípites. Del nicho pende una guardamalleta. Arriba del nicho hay un medallón con una cruz que tiene la corona de espinas y las cinco llagas, alusivas ambas a la pasión y crucifixión de Cristo. Encima de la corona, una cornisa sobre la que se levanta una imagen de san Miguel, ya sin su brazo izquierdo, sin sus alas y sin su lanza, que se apoya sobre un par de cabezas angélicas. La portada cierra con una venera.
 

Parroquia de la Santa Veracruz. Fachada lateral. Foto: Martha Fernández, 5 de septiembre de 2020.
 

En el presente siglo, esta importante parroquia que cuenta con una historia tan rica no ha corrido con la misma buena fortuna que tuvo antes. Desde hace tiempo, la iglesia se ha ido inclinando hacia el norte y hacia el poniente; en realidad, las construcciones aledañas del siglo XIX que alguna vez le pertenecieron son las que le han servido de puntal; la inclinación se ve de manera clara desde la plaza y se siente cuando se camina dentro del templo. Tradicionalmente, se ha permitido que alrededor se instalen puestos ambulantes, en particular sobre Avenida Hidalgo y la calle 2 de Abril, o sea, frente a la fachada lateral y el ábside de la iglesia; asimismo, personas sin hogar suelen vivir, convivir y dormir al pie de ambas portadas.

El sismo del 19 de septiembre de 2017 la dañó mucho, tanto en el cuerpo de la nave como en las torres, especialmente la sur que tiene el segundo cuerpo y la cúpula, con evidentes fracturas. Pero en lugar de repararla, la cerraron al público, pusieron puntales y la dejaron propiamente en el abandono; tanto así que sus muros se convirtieron en jardineras verticales, mientras que las cornisas de las torres y de las portadas hacen las veces de macetas. Los tres incendios que se produjeron el día 30 de agosto de 2020 obviamente debilitaron todavía más la estructura completa; los polines se quemaron y dejaron sin soporte zonas tan centrales como los arcos que sostienen los coros alto y bajo. No es difícil comprender que, si éstos se vienen abajo, los acompañarán la fachada con la portada principal, así como las torres.

Varios medios de comunicación, así como las redes sociales, dieron cuenta de los siniestros; mencionaré dos informaciones al respecto. De acuerdo con un reportaje de Antonio Díaz, publicado en la sección “Cultura” del periódico El Universal el 1 de septiembre, se pudo rescatar el archivo histórico y las obras de arte más importantes, pero el encabezado es más bien alarmante: “Pinturas, órgano, vitrales y campanario, destruidos en la Santa Veracruz”.[23] En cualquier caso, la iglesia está ya muy resentida, ciertamente por los incendios y el sismo de 2017, pero también por el tiempo de abandono que no comenzó hace tres años sino mucho antes, de hecho, desde que se manifestó su inclinación, sin que ninguna autoridad responsable, eclesiástica o civil, se haya preocudo.

Otro reportaje, publicado en el diario La Razón Online del 31 de agosto, resulta más esperanzador: se afirma en él que tanto la Secretaría de Cultura como el Instituto Nacional de Antropología e Historia pretenden llevar a cabo una “restauración integral” de la parroquia, incluida la atención del problema de inclinación que presenta el edificio.[24] Es deseable que así sea y es de esperarse que la obra se lleve a cabo con el mismo cuidado y profesionalismo que se tuvo cuando se rescató la Catedral de México, en especial con sistemas similares de restauración para tratar de nivelar la parroquia. Sería también aconsejable que se utilicen materiales afines a los que tiene la iglesia para no provocar movimientos diferenciales al momento de otra vibración por asentamiento, hundimiento o sismo.

Ojalá que esta última lamentable experiencia sirva para que la suerte de la parroquia de la Santa Veracruz cambie y la construcción recobre, al menos en parte, el esplendor que tuvo cuando se concluyeron sus torres y sus interesantes portadas. I
 

Parroquia de la Santa Veracruz. Torre sur. Foto: Martha Fernández, 5 de septiembre de 2020.

 

*Investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM.

 

Inserción en Imágenes: 2 de octubre de 2020.

Imagen de portal: Parroquia de la Santa Veracruz. Vista de conjunto desde la Avenida Hidalgo. Foto: Martha Fernández, 5 de septiembre de 2020.

Temas similares en Archivo de artículos.

 


[1] Artemio de Valle Arizpe, Por la vieja calzada de Tlacopan, 2ª ed., México, Compañía General de Ediciones, 1954, p. 169.

[2] José María Marroqui, La Ciudad de México. Contiene el origen de los nombres de muchas de sus calles y plazas, del de varios establecimientos públicos y privados y no pocas noticias curiosas y entretenidas [1ª ed., 1900], 3 tt., 2ª ed. facsimilar, México, Jesús Medina Editor, 1969, t. III, p. 698, 703.

[3] Edmundo O’Gorman y Salvador Novo, Guía de las Actas de Cabildo de la Ciudad de México. Siglo XVI, México, Fondo de Cultura Económica, 1970, ficha 170, p. 35.

[4] Manuel Rivera Cambas, México pintoresco, artístico y monumental. Vistas, descripción, anécdotas y episodios de los lugares más notables de la capital y de los estados, aun de las poblaciones cortas, pero de importancia geográfica o histórica [1ª ed., 1882], 3 tt., ed. facsimilar, México, Editorial del Valle de México, 1981, t. I, p. 419.

[5] J. María Marroqui, op. cit., t. III, pp. 699-700.

[6] Ibid., p. 703.

[7] Juan de Viera, Breve y compendiosa narración de la Ciudad de México [1ª ed.: 1777], 1ª ed. facsimilar, México, Instituto Mora, 1992, p. 51.

[8] Ibid., p. 52.

[9] La historia de estas cofradías fue tomada de J. María Marroqui, op. cit., t. III, pp. 703-707.

[10] Las otras dos cofradías que no sobrevivieron eran la de San Juan de Degollado y la de la Virgen de Guadalupe. Véase, J. María Marroqui, op. cit., t. III, p. 706.

[11] Ibid., t. III, pp. 707-708.

[12] A. de Valle Arizpe dice, con bastante ironía, que fue a sus miembros a quienes llamaron Caballeros del Petate. Valle Arizpe, op. cit., p. 172.

[13] J. María Marroqui, op. cit., t. III, p. 709.

[14] A. de Valle Arizpe, op. cit., p. 172.

[15] Martha Fernández, Cristóbal de Medina Vargas y la arquitectura salomónica en la Nueva España durante el siglo XVII, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Estéticas, 2002, pp. 437-440.

[16] J. María Marroqui, op. cit., t. III, p. 715.

[17] Los corchetes se refieren a las partes de la inscripción que se han perdido y las palabras faltantes las tomé de J. María Marroqui, op. cit., t. III, p. 716. Sebasti se refiere a Sebaste o Sebastia, antigua Samaria, pueblo palestino de la gobernación de Nablus, Cizjordania.

[18] Ibid., t. III, pp. 715-716.

[19] Guillermo Tovar de Teresa, Repertorio de artistas en México. Artes plásticas y decorativas, 3 tt., México, Grupo Financiero Bancomer, Fundación Cultural Bancomer, t. II, p. 190.

[20] De acuerdo con la versión del padre Armando Ruiz Castellanos, antiguo párroco del lugar y quien tuvo acceso a los documentos que así lo prueban. Al respecto véase, Juan Benito Artigas et al., Arquitectura religiosa de la Ciudad de México. Siglos XVI al XX. Una guía, México, Asociación del Patrimonio Artístico Mexicano, Secretaría de Cultura, Secretaría de Turismo y Fondo Mixto de Promoción Turística del Gobierno del Distrito Federal, Comisión de Arte Sacro de la Arquidiócesis de México, 2004, p. 237.

[21] M. Rivera Cambas, op. cit., t. I, p. 420.

[22] Jorge Alberto Manrique (dir.), La Ciudad de México a través de los siglos, México, UNAM, 2018, p. 345.

[23] Antonio Díaz, “Pinturas, órgano, vitrales y campanario, destruidos en la Santa Veracruz”, en El Universal, “Cultura”, 1 de septiembre de 2020, <https://www.eluniversal.com.mx/cultura/patrimonio/pinturas-organo-vitrales-y-campanario-destruidos-en-la-santa-veracruz>. Consulta: 14 de septiembre de 2020.

[24] “Van por restauración integral de parroquia de la Santa Veracruz, tras incendio”, en La Razón Online, 31 de agosto de 2020, <https://www.razon.com.mx/cultura/restauracion-integral-parroquia-santa-veracruz-incendio-403616>. Consulta: 14 de septiembre de 2020.