Imágenes del poder en la fotografía de Christa Cowrie

Rita Eder*
eder.rita@gmail.com

 

ELSIE MC PHAIL Fanger: Solemnidad del poder y sus fisuras en el fotoperiodismo de Christa Cowrie, México, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco/Terracota, 2020.
 

Christa Cowrie. Foto: Marco Antonio Cruz.
 

La investigación se inició en 2017. Recuerdo la visita de la autora a la fototeca del Instituto de Investigaciones Estéticas. Se mostraba muy entusiasmada frente al archivo aún sin ordenar correspondiente a Christa Cowrie. En la fototeca, como ella bien lo describe, encontró, entre otras cosas, fotos, documentos y notas sueltas pertenecientes a la fotógrafa mexicana y alemana.

Cowrie, como aprendemos en la semblanza por ella escrita, significa familia de moluscos marinos; no es su apellido original; el Cowrie se lo agregó Arturo Bodenstadt Revueltas, y responde a su afición por las conchas y otros objetos marinos. Christa llegó por mar a México de catorce años. Fue una travesía de tres semanas desde Hamburgo, pasando por Bremen, Rotterdam, La Habana y Veracruz; en el trayecto observó con curiosidad y alegría los movimientos de las gaviotas y los delfines. Unos años más tarde Christa formará parte de la familia Revueltas. En varias entrevistas realizadas por Elsie McPhail a la fotógrafa, Rosaura Revueltas, la reconocida actriz de teatro y de cine, su suegra, ocupa un lugar destacado. Fue ella quien con cariño la acogió, le enseñó a hablar bien el español y la acercó a la literatura mexicana y latinoamericana.

El libro de Elsie sobre Christa Cowrie se puede leer (para después releer) de un tirón por el sostenido interés que suscita la argumentación y, en particular, por la fuerza e intensidad que las imágenes de la fotógrafa, reproducidas en el texto, transmiten.

Solemnidad del poder se interna en el proceso de ver, mirar, absorber. La amplitud de las lecturas de Mc Phail es considerable: ha ingresado en el laberinto de una rica tradición de propuestas para pensar y entender las imágenes y las distintas teorías en torno a su estudio (Aby Warburg, Erwin Panofsky, Gottfried Boehm), un conjunto de teorías que permite vislumbrar la complejidad del análisis visual y el proceso que aspira a comprender la forma en que se construyen los valores visuales y sígnicos, además de considerar la respuesta intelectual y emotiva de quien ve imágenes.

El libro, dividido en cuatro partes, expone en forma amplia el acercamiento de la autora a la fotografía de Christa Cowrie. Aunque los temas y problemas abordados por la fotógrafa van del documento social a la fotografía, de las artes escénicas a la exploración de la naturaleza, el libro se ocupa asimismo de la iconografía del poder presidencial en México. Particularmente del poder de tres sexenios: de 1976 a 1994 (dieciocho años), el último tercio del largo lapso en que el PRI mantuvo su ininterrumpida presencia.

El primer capítulo está dedicado a la teoría de las imágenes políticas como instrumento para el desmonte de sus contenidos, a partir del análisis de elementos expresivos que demandan observar la gestualidad, el lenguaje del cuerpo y el rostro, los ojos, el uso de los brazos y las manos, así como la forma de caminar, sentarse, sonreír, vestir. Se halla presente siempre la gran pregunta: ¿por qué una imagen nos impacta y se queda con nosotros al grado de identificarla con una era o de convertirse en emblema de toda una época?
 

José López Portillo. Foto: Christa Cowrie.
 

Un segundo capítulo está dedicado al análisis del fotoperiodismo en México, que nace a finales del siglo XIX, y después al arribo de la industria de periódicos y revistas. Se trata de un fenómeno internacional que desde luego ingresa a México para ceder su lugar más tarde a la televisión y el internet.

El libro se concentra en la imagen política en el género practicado por Cowrie. Esta práctica tiene como marco la fundación de Unomásuno, síntoma de un proceso de democratización en el medio periodístico, y su correlato, la reforma política de fines de la década de 1970. Con el golpe dado por el poder a Excélsior y a su prestigiado director, Julio Scherer, un 8 de julio de 1976, se desmantela buena parte del equipo que producía el periódico. Manuel Becerra Acosta, quien trabajó en Excélsior con Scherer, fundará el nuevo diario independiente: Unomásuno. Es ahí donde Christa Cowrie iniciará una nueva etapa de su carrera, encargada del departamento de fotografía, además de que continúa como fotógrafa de prensa, actividad iniciada en Excélsior, donde conoció a Becerra Acosta.

La historia del Unomásuno relatada en este libro tiene como intención principal articularse con la imagen política captada por Cowrie durante los tres sexenios presidenciales que corren de 1976 a 1994: cada uno encabezado, sucesivamente, por José López Portillo, Miguel de La Madrid y Carlos Salinas de Gortari.

Mc Phail analiza en forma atinada la gestualidad y el discurso político como una escuela retórica que surge del PRI. El centro del libro son las imágenes que la autora ha escogido para presentar a la fotógrafa en cuanto testigo y creadora de una fotografía del poder que capta esos momentos donde el hieratismo de los caudillos del PRI parece aflojarse y dar lugar a una mirada más compleja sobre los personajes en sus aspectos menos protocolarios. Cowrie se sentía cómoda en ese espacio que se denomina la esfera del poder. Su afán era renovar el severo protocolo de la fotografía oficial desde los aspectos más cotidianos y sacarlos a relucir. Entre los aciertos de este libro está la descripción de lo que significa captar el instante en fotografía, es decir, el proceso que ocurre en la mente del fotógrafo donde la intuición se activa y elige a gran velocidad el momento certero. Ello involucra al cuerpo y exige el encuentro con una imagen capaz de expresar, en un lenguaje puramente visual, la síntesis de un momento específico en el acontecer de una figura que en ese tiempo detenta el poder.
 

José López Portillo. Foto: Christa Cowrie.
 

Becerra Acosta entendió bien el poder de la imagen en la prensa; transformó la noción del diario en México al dar valor a la imagen expresiva e imprimir cierta diversidad de tonalidades. Las fotos de Cowrie y Pedro Valtierra hicieron del Unomásuno un instrumento de comunicación relativo a nuevos virajes de una política enormemente eficaz.

Entendemos por medio del relato sobre el surgimiento de Unomásuno la coyuntura política y social de los años setenta: tiempo de cambio para las artes, fortalecimiento de los fotógrafos como gremio y la fundación del Consejo Mexicano de Fotografía. Era el tiempo de una renovada politización de las artes con la firme intención de establecer una función social para las artes visuales y escénicas. La fotografía en México se desarrolló en diferentes direcciones en cuanto testimonio y documento social pero también surgió nuevamente el debate en torno a la imagen fotográfica como creación artística.[1] Paralelamente, distintos modos de la fotografía fueron incorporados a la producción de un arte público en sentido amplio y alrededor del llamado “arte no objetual”.

Los setenta fueron también escenario de una segunda ola de los movimientos feministas, y la autora trata ese momento en el que las mujeres creadoras y profesionales, entre ellas Christa, tuvieron que cumplir con varios roles, además de soportar y repudiar de igual modo el machismo indemne de los tiempos. La fuerte presencia de Christa en las imágenes tomadas por colegas o amigos, integradas a este libro, hacen pensar en su persona y, a la vez, en el fuerte carácter de su fotografía. Su fuerza y carisma parecieran deberse no sólo a su apariencia física sino también a que la fotógrafa se siente cómoda, segura de ella misma, aunado a que proyecta el disfrute de cazar ese instante deseado que le entregaría esa imagen precisa para llevarla al periódico y publicarla en la primera plana.
 

Miguel de la Madrid Hurtado. Foto: Christa Cowrie.
 

El recorrido que hace Elsie Mc Phail de los tres sexenios se convierte en una lectura que apasiona en la medida en que el texto se construye desde la mirada de las imágenes de Cowrie. Se despliega una historia política convulsa, llena de fuertes crisis económicas, traumas sociales, trastornos naturales (como el temblor del 85), la baja del precio del petróleo que tronará el optimismo de López Portillo, quien, al ser descubiertos nuevos yacimientos petrolíferos, diría: “tenemos que acostumbrarnos a administrar la abundancia”.[2]

En las fotografías iniciales, López Portillo se ve triunfante y complacido de ser fotografiado por Christa, a quien le pidió, como consta en el testimonio incluido en este libro, que fuera sus ojos (una petición excesiva, digo yo), para seguir sus movimientos y captar sus aciertos, sus momentos de informalidad y cercanía con la gente. En efecto, las imágenes del entonces presidente que aparecen en el libro resaltan todo aquello que lo hacían carismático: los ademanes, la sonrisa, los ojos tan admirados, la confianza en sí mismo. Luego su lamentable final, en el que Cowrie lo capta ya triste y desinflado.

Es palpable el afecto de la fotógrafa por su fotografiado, según lo reconoció en distintas ocasiones. Esto es quizá lo que se dibuja como una gran cualidad de su persona y su ser profesional en la fotografía: aceptar y reconocer el disfrute ante la cercanía con el poder, "consentida por el señor presidente", de acuerdo con sus propias palabras, sin que ello implicara un cambio en sus convicciones políticas, evidentes y visibles en el tipo de fotografía social por la que también es ampliamente conocida.
 

Carlos Salinas de Gortari. Foto: Christa Cowrie.
 

En contraste surge el personaje amigo del espectáculo que fue López Portillo, quien, entre muchos otros despliegues, entró a Veracruz montado sobre un elefante; la austeridad se dio en el tiempo de Miguel de la Madrid. Recordado por su incapacidad para enfrentar el impacto del temblor del 85, como puede verse en la fotografía número 32 del libro que nos ocupa, el entonces presidente, de espaldas a la lente, enfrenta la furia de las mujeres demandando soluciones. Es el momento en que la sociedad civil suplirá la ausencia del Estado y en el que gente de todas las edades se movilizará solidaria ante la tragedia.

La sección dedicada a Salinas de Gortari presenta su lado amable, ágil, y la buena relación entre el presidente y la fotógrafa, elegida por él para estar cerca y captar esos momentos importantes.

Me preguntaba mientras se abría el capítulo dedicado a Salinas si no hubiera sido acertado incluir la única foto que Cowrie pudo tomar de los paquetes electorales que se hallaban en los sótanos del Congreso en 1988, foto que fue publicada en el Unomásuno como testimonio de unas elecciones inciertas, aquel momento en que Cuauhtémoc Cárdenas se perfilaba como ganador. Un tiempo dramático que dejó a muchos pensando si el país sería acaso otro de haberse respetado los resultados de aquella elección.

El libro presenta los diversos temas y problemas de una investigación sobre fotografía y política, lo que implica pensar en la fuerza de la imagen como documento y lenguaje visual. La imagen llega a los sentidos e informa más allá del texto por medio del drama de los muchos tonos de grises, de los contrastes del blanco y el negro que tienen la fuerza, a lo largo de no más de sesenta imágenes, de desplegar una época del sistema político mexicano. Los principales protagonistas son vistos por medio de la lente de una fotógrafa dispuesta a encontrarse con ese instante capaz de transferir un momento y una época, a la vez que penetra en su subjetividad.

Elsie Mc Phail ha logrado una investigación a fondo sobre la imagen política que atrapa al lector y transmite la pasión por la fotografía de Christa Cowrie y su honestidad frente a la anatomía del poder. Cierro esta reseña con unas palabras de Villaurrutia escritas en 1945 sobre la fotografía de Álvarez Bravo que, creo, funcionan bien acorde con las inquietudes de la autora y la fotógrafa:

 “Su cámara, su cerebro, ejercitan el poder mágico de captar imágenes nacidas para el momento. De tenerlo inasible, hacer durar el instante, lograr que los dedos de nuestros ojos palpen el misterio que se desprende a veces de un objeto o se aloja en un ser o en las sombras de un ser y de un objeto”.[3] I
 

Christa Cowrie. Foto: Marco Antonio Cruz.

 

*Investigadora emérita del Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM.

 

Inserción en Imágenes: 13 de julio de 2021.

Imagen de portal: Detalle de una primera plana de Unomásuno con foto de José López Portillo tomada por Christa Cowrie.

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[1] Rita Eder, “El arte de Álvarez Bravo en los años treinta”, en Luna Cornea, núm. 1 , invierno 1992-1993, pp. 7-12.

[2] José López Portillo en la sesión del Consejo de Administración de Petróleos Mexicanos llevada a cabo el 2 de agosto de 1977.

[3] Xavier Villaurrutia, “Manuel Álvarez Bravo” en Álvarez Bravo, catálogo de la 3ª exposición de la Sociedad de Arte moderno, México, Sociedad de Arte Moderno, julio de 1945.