Guillermo Arriaga (1926-2014)

Alberto Dallal*
dallal@unam.mx
 

Zapata, coreografía de Guillermo Arriaga. Foto: FADAFI 5669.

El 3 de enero de 2014 ha muerto Guillermo Arriaga, bailarín y coreógrafo, participante de ese fenómeno sorprendente denominado Movimiento Mexicano de Danza Moderna que hasta la fecha se describe como acontecimiento artístico único y singular, paradigmático de las políticas culturales, por variadas y no exhaustivas razones (habrá que estudiar aspectos poco conocidos e investigados al respecto): fue una renovación original de la danza de concierto mexicana, afloró en 1940 aglutinando a todos los bailarines, coreógrafos y artistas plásticos que se hallaban en plena euforia o a la expectativa de realizarse creativamente. Los cuadros de esta danza moderna se habían preparado profesionalmente, ya fuera en la Escuela Nacional de Danza (fundada en 1932) o recibiendo las clases de los excelentes maestros de técnica clásica independientes, o bien en los numerosos grupos de danza folklórica; asimismo, el Movimiento aceptó y reunió a cuadros provenientes de variados estados de la República (deportistas, bailarines autodidactas), tal vez sin preparación o capacitación profesional alguna con el prurito de hacer florecer (echando a andar) una danza de concierto mexicana moderna, ciertamente merecida, gracias a los firmes programas de la cultura, entonces vigentes en México, país de danzantes.
 

G Arriaga

Guillermo Arriaga. Foto: FADAFI 5193.

El Movimiento adquiere un cariz netamente nacionalista y revolucionario porque se apoya en las tendencias políticas culturales gubernamentales de la época (por ello se ha descrito como gestor de un “nacionalismo prolongado”). Sin embargo, poco énfasis se ha puesto en los aspectos mexicanistas, interpretativos y netamente secularizados, que hicieron brotar obras “mexicanistas” (¿qué obra de arte en el mundo se halla exenta por completo de los elementos de la cultura del país en donde se genera?), narrativas y no narrativas, obras tendientes a la abstracción, montajes precursores de la danza contemporánea. El tema suscitó en su momento una ardua polémica entre artistas de la danza desde los inicios de la década de 1960.
 

Sagaón

Rocío Sagaón. Foto: FADAFI 6689.

 

Mérida y Arriaga

Ana Mérida y Guillermo Arriaga. Foto: Rafael y Marcos. FADAFI 5686.

Guillermo Arriaga (nacido en la Ciudad de México el 4 de julio de 1926) fue un bailarín y coreógrafo fundamentalmente autodidacta, a quien le tocó trabajar en compañía de “los grandes” del lapso (1940-fines de los cincuentas, principios de los sesentas). Participó de lleno en las innumerables coreografías de este brillante periodo porque poseía un cuerpo que parecía no tener otro destino que la danza: delgado, elástico, de marcada musculatura, asimilador de los contundentes movimientos pseudoexpresionistas de la época. Como otros de los coreógrafos del momento artístico, recibió una flexible capacitación coreográfica mediante la práctica, mediante la necesidad de proseguir la entusiasmada cadena de montajes y temporadas que caracterizaron al Movimiento.

Gran admirador de la danza mexicanista y dentro de la euforia expansiva del lapso, Arriaga, además de participar en las actividades y temporadas de la Academia de la Danza Mexicana, como otros bailarines y coreógrafos formó sus propios grupos y “compañías” de tinte nacional (con temas en su producción alusivos a fiestas, bodas, fábulas, acaecimientos pueblerinos) y tinte nacionalista (con obras relacionadas con batallas, recuperación de lo indígena, actitudes y hechos políticos y revolucionarios).
 

 

Programa de mano.
 

Guillermo Arriaga es el creador de una de las obras representativas de esta última tendencia: Zapata (1953), pieza que ha sido reproducida, re-“montada”, re-interpretada, elogiada, adaptada, reconocida como ninguna otra del repertorio del Movimiento y que, como ha sucedido en lo que respecta al ámbito musical con el Huapango de Moncayo, se considera representativa de un periodo específico de la cultura mexicana, una especie de elocuente síntesis de actitudes, efectos, discursos de la época y del fenómeno. Con el Huapango surgieron coreografías de Beatriz Flores y de Gloria Contreras, entre otras. El mismo Arriaga debe haber bailado muchísimas veces su montaje de Zapata (música de José Pablo Moncayo, diseños de Luis Covarrubias) con distintas intérpretes, no obstante que en el estreno de la obra y durante muchas de las primeras presentaciones lo acompañaron la belleza y la prestancia de Rocío Sagaón en el papel de La Patria. “[…] en el Zapata [] se descubre la realización de los conceptos (básicos) que embrionariamente se hallaban en las primeras reflexiones en torno a la posibilidad de una danza (de concierto) auténticamente mexicana […]” (Alberto Dallal: La danza contra la muerte).
 

 

Programa de mano.

Según Raúl Flores Guerrero, el Zapata (aun ahora bailado en algunas academias y escuelas secundarias y re-montado para programas de compañías diversas) resulta representativo de una “estética” nacionalista y revolucionaria. De acuerdo con el crítico, se resumen en esta obra “los elementos esenciales que debieron regir a los coreoautores mexicanos en su realización; perfección y claridad en la estructura dinámico-musical y en la secuencia coreográfica, y todo ello tratado con medios artísticos y técnicos cercanos a la tierra y al hombre de México […]” (Artes de México, marzo-agosto de 1955).
 

Ana Mérida y Guillermo Arriaga. Foto: Rafael y Marcos.

Arriaga estudió teatro con Seki Sano e Ignacio Retes. Se inició en la danza en 1949 y después de realizar estudios en los Estados Unidos regresa a México en donde se comprueban su presencia escénica y sus talentos innatos. Montó obras como: El sueño y la presencia (“Feria del Día de Muertos. Una joven vendedora de calaveras de dulce, rendida por el cansancio, se duerme y sueña que la calavera de cartón que adorna su puesto cobra vida y danza para ella […]”, Notas al programa. Temporada del Ballet Mexicano con José Limón. Música de Blas Galindo); Antesala; La balada mágica (“Verano. El Amor, que juega con las olas a la orilla del mar, al ver a la Doncella se enamora de ella. Interrumpe el idilio el Dios Guerrero, quien, celoso, da muerte al Amor y roba a la Doncella. Llegan dos campesinos y sepultan al Amor […] El Amor vuelve a la vida y el Dios Guerrero torna otra vez decidido […] Con su derrota vuelve la paz y la tranquilidad a reinar sobre la Tierra […]”, Notas al programa […]); Romance, etcétera. Sin embargo, su obra paradigmática es Zapata, obra “redonda, bien estructurada, de grandes alardes expresionistas […] es buscada por los grupos por su significado político y su intenso simbolismo” (Alberto Dallal: La danza en México: panorama crítico). En 1983, Guillermo Arriaga ocupó el puesto de director de Danza del INBA, y en distintas épocas de su vida dirigió variados grupos de danza mexicanista y folklórica. Entre otras distinciones, obtuvo el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Bellas Artes en 1999.
 

Zapata

Presentación de Zapata, coreografía de Guillermo Arriaga, en un escenario al aire libre.

 

*Investigador del IIE-UNAM.

 

Inserción en Imágenes: 04.02.14.

Imagen de portal: Ana Mérida y Guillermo Arriaga. Foto: Rafael y Marcos.

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