Clara Bargellini, investigadora emérita del SNI

Eder Ignacio Arreola Ponce*
eder.arreola1@gmail.com

 

Clara Bargellini. Foto: cortesía de Libertad Villarreal.
 

LA DESTACADA CARRERA académica de la doctora Clara Bargellini fue reconocida por el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) al otorgarle en el presente año la distinción de investigadora emérita. Dicho nombramiento –además de reconocer su importante producción y contribuciones en el campo de la Historia del Arte– se extiende también a las labores de investigación, difusión y docencia que se realizan en el Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE). Tal reconocimiento merece presentar una breve pero respetuosa semblanza de la figura académica de esta excepcional mujer universitaria: maestra y difusora incansable del patrimonio artístico nacional e internacional, a quien tengo el privilegio de contar como maestra. Advierto que las líneas vertidas a continuación significaron un reto constante al tratar de mesurar la emotividad para mantenerme en el campo de lo objetivo.

Nació en Florencia, Italia, centro artístico y cultural donde Miguel Ángel, Brunelleschi y otros grandes maestros inventaron el estilo del Renacimiento y marcaron un hito estético en la Historia del Arte. En su tierra natal conoció grandes obras maestras y exploró las ruinas, deleitándose con la grandeza antigua. Tal interés –que devino en familiaridad– le permitió forjar una significativa apreciación y gusto por el arte y la historia. Su destino estaba ya escrito: tan sólo era cuestión de tiempo para que se profesionalizara en aquellos rubros del conocimiento.

Estudió en la Universidad de Pennsylvania, Filadelfia, y realizó estancias de investigación en la Facoltà di Lettere de la Università degli Studi, en Florencia, Italia. Su formación como medievalista la acercó al análisis histórico y estético del manuscrito Biadaiuolo, para lo cual contó con la dirección de los destacados investigadores David M. Robb y Roberto Salvini. Años más tarde, en la década de 1970, se doctoró por la Universidad de Harvard, en Cambridge, Massachussets. Los años de estudio en esa reconocida y prestigiosa universidad le permitieron conocer y adentrarse en los campos de la conservación, museografía y curaduría. Trabajó en galerías de arte catalogando y estudiando objetos patrimoniales; esto, a la vez que formulaba guiones curatoriales a partir de la colección artística de la afamada universidad. Tales actividades museísticas le forjaron un estilo de trabajo que al día de hoy la identifica: profesional y exhaustivo. A su vez , desarrolló un auténtico interés por la difusión del arte. La suma de esos conocimientos se convirtieron en cualidades que hicieron virtuoso su paso como curadora en muestras para el Phoenix Art Museum, el Dayton Art Institute, el Philadelphia Museum of Art, el Metropolitan Museum of Art, el Museo Nacional de San Carlos y el Antiguo Colegio de San Ildefonso, entre otros.

Su destacado desempeño académico le valió ser adjunta de investigación y docencia de renombrados historiadores como Seymour Slive y James A. Ackerman. Su tesis doctoral contó con la dirección de Ernst Kitzinger, famoso historiador y autor alemán que estudió el arte bizantino y medieval a mediados del siglo XX.

A la par de su notable carrera en la investigación, Clara Bargellini cuenta con una vasta trayectoria como docente en universidades nacionales y extranjeras. Algunas de estas instituciones son el Wellesley College, la Universidad Iberoamericana y la Universidad Autónoma de Chihuahua. Es catedrática activa en el Posgrado en Historia del Arte de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. En el Colegio de Historia de esta Facultad impartió clases por más de 40 años. Ha sido profesora invitada en las universidades de Zacatecas, Chihuahua, Sonora y Oaxaca, así como en el Institute of Fine Arts de la Universidad de Nueva York –invitada por Jonathan Brown– y las universidades de Chicago y de Pennsylvania, su alma máter.
 

Clara Bargellini. Foto: Archivo fotográfico del Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM.
 

En 1972 el destino –como me gusta imaginarlo– la condujo a México: en particular, a la región norte del país. En Chihuahua –el estado que la cobijó por un tiempo– impartió clases de Historia del Arte a un grupo de jóvenes universitarios. Con ella aprenderían sobre los maestros europeos y las grandes obras de la antigüedad a partir de una metodología que hasta entonces desconocían. Al recordar esos momentos, el rostro de la doctora Bargellini se ilumina y se muestra sonriente, como siempre. Señala que, de inicio, el no compartir el mismo idioma con sus nuevos alumnos nunca le fue un impedimento para comunicarse con ellos: en un italo-inglés aderezado con algo de español logró cumplir su cometido: transmitir conocimiento a una generación ávida de éste. Fue en aquella región del país donde Clara Bargellini tuvo un acercamiento más profundo con el arte nacional. Las esculturas policromadas, los retablos, las artes suntuarias de las misiones y obras arquitectónicas provocaron en ella un profundo impacto, mismo que se transformaría en un importante ámbito de interés dentro de sus proyectos de investigación y en su carrera profesional.

En 1979 se incorporó como investigadora al Instituto de Investigaciones Estéticas. Su compromiso con este centro de investigación la ha impulsado a participar activamente en cuerpos colegiados, comisiones dictaminadoras y, también, jurados. Ha sido coordinadora de seminarios y programas educativos en el Posgrado. De igual manera, ha participado en innumerables proyectos investigativos, entre los cuales destacan: “Riqueza testimonial de México, patrimonio de la Facultad de Artes y Diseño”; el “Laboratorio Nacional de Ciencias para la Investigación y la Conservación del Patrimonio Cultural”, e “Historia de la técnica del arte. Aproximaciones a la materialidad de los objetos artísticos de los siglos XVI-XVIII”, en coordinación con Elsa Arroyo. También ha formado parte del equipo del Laboratorio Diagnóstico de Obras de Arte (LDOA) del Instituto, centro que impulsó desde sus primeros años de trabajo y a cuyo comité asesor pertenece.

Su activa participación en la Universidad le ha valido importantes reconocimientos, como el Premio Universidad Nacional en Investigación en Artes, en 2005, y el Premio Sor Juana Inés de la Cruz –que reconoce a destacadas universitarias–, en el año 2017. En la ceremonia de entrega de esta distinción habló a nombre de las académicas reconocidas y rindió un homenaje a la poetisa barroca exaltando su valentía y perseverancia en un mundo acotado por hombres; igualmente destacó su magnífica imaginación y sus aportes como escritora. A estos galardones se suman otros, como la distinción Visiting Scholar que le otorgó el I Tatti Center for Renaissance Studies, de la Universidad de Harvard, en Florencia, Italia, y el Premio Van Deren Coke Achievement Award, otorgado por la asociación norteamericana Friends of Mexican Art. Igual de relevante es su nombramiento como miembro honorífico de la Academia Mexicana de la Historia, correspondiente de la Real de Madrid, en 2020.

Un momento importante en su carrera corresponde a uno de sus proyectos de vida quizás más caros. Se trata del proyecto “Arte de las misiones”, en el cual aborda un tema que  siempre tuvo presente en publicaciones como La arquitectura de la plata: iglesias monumentales del centro-norte de México, 1640-1752 (1991); Chihuahua, caminos del pasado, el sur del estado (2000) y La Catedral de Saltillo: tiempo y espacio de un acervo (2005). Entre 2005 y 2007 recorrió la sierra y los pueblos norteños más recónditos en compañía de Libertad Villarreal, fotógrafa y una de sus más entrañables amigas. Los retratos que ésta tomó de Bargellini están cargados de simbolismo y –desde mi punto de vista– son una síntesis perfecta de la energía que Clara desborda cuando de patrimonio cultural se trata. En una de las fotografías se le puede ver asomada por la ventana de alguna misión, como si desde allí explorara en búsqueda de viejos tesoros arrumbados. En otra imagen sostiene una lámpara mientras registra cada detalle de esta pieza del siglo XVIII. Finalmente, en una tercera captura aparece explicándole a las personas del lugar algún detalle iconográfico en un lienzo, esto con su acostumbrado gesto amable, paciente y generoso.
 

Libertad Villarreal y Clara Bargellini. Foto: cortesía de Libertad Villarreal.
 

Este trabajo fue distinguido por el Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT) y dio lugar a una magna exposición en el Antiguo Colegio de San Ildefonso. La inauguración contó con la presencia del entonces rector, Juan Ramón de la Fuente. Esta exposición tuvo eco en muestras similares en el Museo de Arte Sacro de Chihuahua y el Museo Amparo de Puebla.
 

Foto: cortesía de Libertad Villarreal.
 

Posteriormente, junto con el padre Paulo Medina, Clara Bargellini y Libertad Villarreal fundaron PROTEGO, una asociación civil sin fines de lucro que tiene como misión conservar y difundir el patrimonio que tantas iglesias del norte del país poseen y resguardan. Esta asociación, discreta pero activa, mantiene su vocación de promocionar el arte de las tierras del norte, territorio que aún añora y valora la presencia académica de la doctora Bargellini.

Sus intereses artísticos y gran conocimiento histórico la han llevado por diferentes caminos: además de ser una rigurosa medievalista es también una gran conocedora y especialista del arte renacentista, del románico y el académico, con su innata adscripción como virreinalista. Particularmente, la considero una fiel seguidora de la pincelada y el estilo de Cristóbal de Villalpando, aquel artífice novohispano al que Bargellini ha estudiado en múltiples ocasiones. Su primer encuentro con él fue en 1997, cuando formó parte del equipo de investigación que lideró Juana Gutiérrez Haces y que incorporó a otros colegas y amigos del Instituto: Rogelio Ruiz Gomar y Pedro Ángeles. Aquel sería tan sólo el inicio de la relación entre Bargellini y Villalpando. En 2017 colaboraría con otros especialistas para llevar obras del destacado pintor a las galerías del Metropolitan Museum, en Nueva York. La muestra, titulada Cristóbal de Villalpando. Pintor mexicano del Barroco, dotó de inusitada fama y reconocimiento al artista mexicano, lo que abrió un nuevo e importante espacio de exposición para el arte novohispano que Bargellini siempre ha impulsado. Finalmente, en 2018 volvió a presentar obras de este artista en la exposición Cristóbal de Villalpando. Esplendor barroco en Puebla, en el Museo Internacional del Barroco.

Documentar y describir su presencia en coloquios del instituto; en eventos universitarios nacionales e internacionales; sus jornadas extenuantes de trabajo de campo, y sus conferencias académicas harían interminable una semblanza como ésta. Afortunadamente, el arduo trabajo de todos estos años de vida queda y permanecerá registrado en la memoria y emotividad de colegas, alumnos, ayudantes y conocidos, quienes seguramente narrarían cientos de experiencias y anécdotas a su lado. Me atrevo a decir que lo que en común destacarían sería su incuestionable profesionalismo, su liderazgo y compromiso. Es a su vez encomiable la cercanía y generosidad que tiene hacia sus alumnos. Ha dirigido una gran cantidad de tesis de licenciatura, maestría y doctorado, tanto en nuestra universidad como en numerosas instituciones nacionales e internacionales. Su calidez, amena conversación y compromiso hacia sus estudiantes ha resultado –si se me permite la expresión– inspiradora para más de uno. Su mera presencia –traducida en imbatible vocación– transmite el profundo respeto que le tiene a su profesión. Por experiencia propia puedo decir que, a través de su vasta visión de los diferentes campos de estudio que domina, siembra en el alumno la semilla que ha de propiciar el crecimiento de una vocación propia, misma que ha de germinar en la generación de grandes profesionistas en el campo de la Historia del Arte, la curaduría, la conservación y la catalogación.

Estas líneas no hacen justicia al respeto, cariño y admiración que muchos profesamos hacia Clara Bargellini. Puedo confirmar que el relato de sus viajes, anécdotas y enseñanzas de vida –que comparte con sus amigos, colegas y alumnos– son de gran valor personal y profesional. La pandemia, tristemente, nos ha privado de verla caminando por el Instituto, siempre corriendo entre junta y junta o recibiendo la constante visita de sus alumnos, quienes acuden a verla en busca de consejo, guía e impulso. Afortunadamente para la Universidad y la academia, podemos gozar de sus conferencias y charlas por medios digitales. En ellas podemos constatar, una vez más, su prodigiosa capacidad para adaptarse a los cambios, todo con el fin de seguir aportando a los estudios del arte. Clara Bargellini es a prueba de todo.

Manifiesto en este último párrafo que su impulso a las mujeres universitarias y a sus alumnas es por demás destacable. Muchas compañeras investigadoras, alumnas, tesistas, jóvenes profesoras y trabajadoras administrativas le han profesado su respeto y cariño. Se ha convertido en un referente indiscutible de empoderamiento femenino en el gremio de la investigación. La admiración que le tienen sus compañeras va más allá del género: está sostenido en la constancia, la pasión por el conocimiento y la investigación e, incluso, en la dignísima y distinguida postura intelectual que ostenta.

Enhorabuena, querida doctora Clara Bargellini; enhorabuena al Instituto de Investigaciones Estéticas. I
 

Clara Bargellini, ca. 2016. Foto: Ernesto Peñaloza. Archivo fotográfico del Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM.

 

*Profesor en la Facultad de Artes y Diseño, UNAM. Cursa la maestría en Historia del Arte en esta institución. Curador e investigador de la gipsoteca de la Antigua Academia de San Carlos, UNAM.

 

Inserción en Imágenes: 9 de septiembre de 2021.

Imagen de portal: Clara Bargellini, ca. 2016. Foto: Ernesto Peñaloza. Archivo fotográfico del Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM.

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